Ayer sábado, y como preámbulo a la Romería, se celebró la Carrera al Valle de Ujarrás, en su edición XXVI, que entre otras novedades nos puso sobre el asfalto a Nela, quien siempre fué solo la encargada de llevar el carro hasta el bajo con la ropa para cambiarnos. Pero ya tiene otro papel: ahora también corre y lo hizo muy bien.
Esta vez no nos ganamos dos hermosas piñas como el año pasado, pero mantuvimos el tiempo, suficiente para ganarle a Joha, quien dice que fue por un descuido porque se dedicó más a admirar el paisaje, cuento que no le creemos.
Lo que casi perdemos es la vida y los anteojos que andábamos estrenando. La vida porque nos bañamos en el Restaurante El Cas y cuando dimos la orden de que echaran el agua, era tanta la presión que se se fueron dos válvulas, una unión y el tubo por el que tenía que salir el chorro y en el que estábamos a punto de colocarnos, se despegó de "raíz" y voló como 10 metros. El golpe de ese chorro en la cabeza hubiese sido fatal.
Buscando otro sitio en el mismo Cas donde quitarnos el champú y el jabón que nos habíamos puesto, antes no todas las pertenencias que andábamos las recogimos.
Por eso, cuando nos aprestábamos a disfrutar de un delicioso pozol de esos que hace Alba, nos acordamos de los anteojos recién comprados en la mañana. Y comenzamos a sacar cosas del bolso y a poner sobre una mesa: no estaban, o sea, que me duraron como 8 horas, ¡y tanto que pagué por ellos! me lamentaba.
Dichosamente, una pareja que estaba cerca de donde fue el accidente con la ducha y a la que antes le había ofrecido un poco de repelente, convencido que sin duda se la iban a comer las purrujas, más a ella, que andaba en minifalda, tentando más que a aquellos bichos, pues para hacer más romántica su estancia estaban en un zacatal, me llevaban los anteojos que los había dejado en una mesa cercana.
(Ronald Segura en el Restaurante El Cas, con la medalla que se ganó y las "cosas" que había sacado del maletín buscando los anteojos).
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