28 DE ABRIL DE 2010
Llegué a la oficina del ICE en San Pedro y me encuentro con la sorpresa de una fila de varias personas fuera del recinto. Mientras me encamino a ubicarme de último, sorpresa: dos policías, con su traje de trabajo, pasan por debajo del mecate y se ponen de último y penúltimo. Ante los reclamos y la alegoría de que eso no puede ser, y que con pequeños detalles como ese poco a poco tenemos que ir arreglando este país, uno de ellos se deja decir: "Arreglar qué, si lo tienen descompuesto los de arriba, y quienes sufrimos somos los de abajo"; y la respuesta no se hizo esperar: "Aquellos están arriba por nosotros los de abajo que somos la mayoría"; y una inoportuna llamada por radio sacó a aquellos dos agentes de la fila, les buscaban porque el supervisor no los vió ni por el Parque de San Pedro ni por la Calle de la Amargura que es donde debían estar prestando servicio.
Posterior a eso, nos damos cuenta que dentro de la oficina, existen gran cantidad de sillas vacías, más de los que estamos afuera, y además, quien da las fichas no estaba, y cuando llega, el primer servicio se lo brinda al guarda privado que está en la puerta. De nuevo los reclamos y el guarda privado, en vez de quedarse callado porque sabe que ha cometido una imprudencia comienza a discutir alegando que la consulta no era para su beneficio, ¿Entonces para quién?
Cuando finalmente ingresamos, y luego de más de una hora de espera, a pesar de que nuestro trámite no tiene que ver nada con la contratación del servicio prepago, sino con la devolución de un depósito de una línea que habíamos cancelado hace más de un mes, y que en vez de hacerlo el mismo día o por transferencia, nos obligan a volver a la Agencia 40 días después.
Ese es el ICE que está listo para la competencia. ¿Por qué no separan los trámites diarios de los trámites de la asignación de líneas prepago? Aún no tenemos respuesta a dicha pregunta, y las filas siguen.
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