Basta el compartir con quienes no están acostumbrados a mirar lo que nos rodea, para que éstos nos hagan comprender cuanta riqueza escénica tiene nuestro terruño. Desde el Hotel y Restaurante Sanchirí serpentea a lo lejos el Río Grande de Orosi, se desparrama el pueblito de Orosi, en diversas tonalidades de verdes se nos ofrecen a nuestra vista las montañas de Navarro, el Muñeco y Belén o las de Tapantí. Hacia el este, una tras otra desde el ras del suelo hasta los mil seiscientos metros como escalones las casas de Altos de Araya.
Todo eso y más es nuestro terruño, el que nos tiene cautivados, el que preferimos ver todos los días a pesar de tener que viajar a la capital a trabajar gastando en ello hasta dos horas en cada viaje, como lo comprendió muy bien nuestro amigo Obdón Bilbao, impresionado con tanta belleza, contemplándola de noche o de día.
Todo eso y más es nuestro terruño, el que nos tiene cautivados, el que preferimos ver todos los días a pesar de tener que viajar a la capital a trabajar gastando en ello hasta dos horas en cada viaje, como lo comprendió muy bien nuestro amigo Obdón Bilbao, impresionado con tanta belleza, contemplándola de noche o de día.
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