En comentarios anteriores hemos destacado la disposición estratégica y táctica de la selección nacional de fútbol en los dos partidos bajo la dirección de Hernán Medford. Así también la actitud de los jugadores.
Sin embargo, hoy, frente a Panamá, borraron con el codo lo que habían escrito con la mano. Y no valen las justificaciones: estábamos clasificados, se varió la alineación y por lo tanto faltó conjunto.
Lo que faltó fué actitud, ambición, deseos de ganarse un puesto. Como es posible que Panamá ganara todas las segundas bolas; que Walter Centeno cobrara un tiro libre y su objetivo no es el marco de Penedes sino el foco de la torre de iluminación, o la cabeza del defensor panameño en la segunda oportunidad que se le presenta pocos minutos más tarde.
En tres partidos pasaron de tener un cien por ciento de efectividad a tener un sesenta y seis por ciento. O sea, se quedaron, volvieron a ser los mismos que tanto daño le han hecho a nuestro fútbol, por eso, después de quince años Panamá vuelve a saborear las mieles del triunfo, los ticos a sentir y vivir el ridículo. Ni nuestro equipo de canchas abiertas experimenta eso.
No comments:
Post a Comment