Esperando el autobús para ir a la salida, comentaba con Gustavo Madriz y Carlos Madrigal, que la primera edición de la Candelaria reunía menos atletas de todo el país que la cantidad de paraiseños que estábamos ahí esperando el traslado para participar en la XXVII edición. Eran aquellos los tiempos en que con cartas en mano, los mismos atletas recorrían el comercio ayudándole al Comité de Deportes a recoger algo de recursos para la premiación; cuando los trofeos se confeccionaban en el taller de Quesadita, el afiche lo diseñaba Javier y se reproducía en polígrafo; Juancito Moya, el tesorero se encargaba de recoger la ropa de los atletas junto con Cuca en el viejo jeep municipal, y el Presidente del Comité, el Secretario y el Vocal daban el banderazo de salida, hacían de cronometristas y jueces de llegada. Era 1980.
Hoy en la XXVI edición, Adrián Soto, el presidente del Comité de Deportes y Recreación, muy temprano estaba, a pesar de haber pasado enfermo toda la noche, esperando a que llegaran los encargados y los equipos de apoyo, vitales para que la logistica que un evento que reúne casi dos mil atletas fuera todo un éxito. Siendo éste un trabajo voluntario, no necesariamente aparecieron a la hora indicada para desesperación de los organizadores, pero pronto todo estuvo listo.
Y a las nueve en punto, la más importante competencia con que arranca el calendario atlético nacional era ya una realidad sobre el asfalto. Y la disfrutamos, pero más, la capacidad de organización demostrada, que se expresó en un ¡Soto te felicito, excelente!
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