Viernes 27 de junio de 2008
Mientras las autoridades municipales y de servicios públicos de Heredia se extasiaban en largos discursos, teniéndose como receptores a ellos mismos y a unos cuantos empleados que estaban ahí por obligación y no por convicción, al costado norte comenzaban a instalarse los kioscos con productos amigos del ambiente.
Después de una muy profesional exposición a cargo de las encargadas del puesto, adquirimos una botella plástica biodegradable para transportar agua; nos regalaron en otro lugar un arbolito de Guachipelín "para sembrar en la finca del Padre Claudio" les dije, pues ese era el requisito para obtenerlo, dos simpáticas señoras, las únicas que habían llegado de la organización a la que pertenecen, que a voces discutían acerca de que "fulana no ha llegado porque es una irresponsable, a todo se compromete y nada cumple", mientras la otra le insistía que "sutana si viene, va a ver, ella no nos deja solas".
Epson tenía un puesto en el que ofrecían impresoras rebajadas si se les entregaba una usada, para evitar que se disponga de ésta inapropiadamente pues ellos las reciclan. Vendían filtros de agua construidos en barro, jabones de menta y extractos de plantas para diversos males, menos para el mal de amores por el que preguntó una clienta.
Así, muchos otros productos que hacían las delicias de los primeros y primeras visitantes, mientras los oradores seguían en su perorata ya incluso abandonados por muchos de sus subalternos.
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