Miércoles 11 de junio de 2008
Se concibe éste como el principio que debe regir en toda sociedad democrática que le permite a las personas expresar y defender libremente sus ideas. Lamentablemente, aún se encuentra uno con actitudes en personas que limitan la libre expresión y no aceptan a su alrededor a quienes no creen ni piensan como ellas.
Entre el respeto a las ideas de los demás y pretender excluir al otro o la otra por lo que cree o ha creído solo existe un pequeño paso: el del irrespeto y la violación al sagrado principio de la democracia representativa y pluralista.
El extremo de la persecusión por razones ideológícas es cuando ésta tiene sus orígenes en lo que creen y piensan los progenitores de la perseguida o el perseguido.
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