
27 de setiembre de 2008
Las riquezas del Barva radican no solo en la belleza exuberante de su laguna, de 70 metros de diámetro y 8 metros de profundidad; ni en la montaña acogedora que se abre para darnos paso; ni en las reservas de agua que discurren por sus profundidades, fuente inagotable de salud; ni en las bellas vistas de Alajuela, Heredia o San José, tanto de día como de noche.
No, las riquezas del Barva radican en su gente, como la de Sacramento: amable, sencilla, trabajadora, solidaria, dispuesta a acoger al foráneo y ayudarle si lo necesita, como lo constatamos cuando nuestra microbús sufrió un atasco y salió de él no solo por la pericia del conductor del Suzuki Samurai que se ofreció a sacarla, sino por la inmensa fuerza mental de aquellos/as niños/as, jóvenes y adultos/as que estallaron de júbilo en gritos cuando se había logrado el propósito.
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