Sábado 11 de octubre de 2008
Hace cuatro dédadas, Jacó era una playa paradisiaca a la que muy pocos tenían acceso. Incluso, el Tárcoles debía cruzarse en barcaza.
Cuando aquella muchacha se dió cuenta que quien le gustaba iba para Jacó el fin de semana, y su familia también había tomado la decisión de embarcarse en aquella aventura, le preguntó acerca de la ruta que tomarían:
-Nos vamos por Paso Real- Le dijo Luis Carlos.
Ella nunca había escuchado que existiera Paso Real para ir a Jacó, pero no preguntó más.
El sábado, estando ella en Jacó, se lleva la sorpresa de su vida: El galán que la había impresionado en San José y con el que había quedado de encontrarse en aquella paradisiaca playa caminaba hacia ella, a media tarde, en un ambiente con no menos de 35 grados de temperatura, con botas vaqueras, pantalones de cuero imitando a algún beatle e impecable camisa manga larga con mancuernillas.
Recién había llegado, claro, viajó en avioneta por el Paso Real.
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