"No robar", así de categórico es uno de los diez mandamientos, transmitido al pueblo de Israel por medio de Moisés.
Aquellos autobuseros, que de centímetro en centímetro quitan espacio entre asientos para colocar una o dos filas más, a costa de la incomodidad de los usuarios, algunos de los cuales tienen que viajar encogidos, pecan en cada carrera y contra todos los afectados. O sea, que al final de sus días, no les alcanzarán las plegarias del novenario ni las misas para redimirse.
Pero no solo los autobuseros son pecadores, también las autoridades del Consejo de Transporte Público, que conscientes del problema no actúan como corresponde. Igual destino tienen los de RITEVE, obligados a sancionar con la no entrega del marchamo respectivo a las unidades que no guardan entre cada asiento la distancia mínima para comodidad del usuario.
Al final, si el infierno existe, su camino estará muy concurrido, este mal denunciado se extiende a lo largo y ancho del territorio nacional.
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