Oct 6, 2008

ESPERANDO PASAJERAS/OS EN EL AEROPUERTO

Viernes 3 de octubre de 2008

Ya no se trata de arribar sino de esperar. Para eso también existe su técnica. Lo fundamental, un rótulo lo suficientemente claro y visible para que nos vean, que al vernos se refleje en el rostro alegría, satisfacción y tranquilidad.

Quienes esperan tienen muchos motivos, pero siempre sobresale alguno porque es primerizo en el tema. Ahí estaba, primero acompañado por el que parecía su hijo: pelo ensortijado, ambos fumadores empedernidos, tez blanca, nariz estilo Depardieu. El hijo seguramente con paciencia había confeccionado el rótulo, todo de colores, tamaño carta.

De un momento a otro le dejó solo, y él con el rótulo lo levantaba tímidamente, lo bajaba, lo escondía, miraba a su alrededor, seguramente pensaba que le miraban, que escudriñaban sus movimientos, que estaba poniendo de manifiesto que estaba ahí más por compromiso que por convicción, que ese no era su rol, pero tenía que hacerlo, no fuera a suceder que su anfitrión o anfitriona se molestara y desde el principio comenzara a quedar mal con él o con ella. Llovía, hacía frío pero él sudaba, se sentía sumamente ridículo y lo peor es que no llegaba quien debía llegar.

Ahí se quedó, esperando a su hijo para que le quitara aquel rótulo ridículo que le había puesto en sus manos, que bajaba, que subía, que escondía, todo por cuidar su puesto.

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