Jul 15, 2008

LUGARES ALTERNATIVOS PARA EL TURISMO (II)


Domingo 13 de julio.

En Charrara pudimos admirar las canchas para fútbol, fútbol playa, voleybol, basquetbol, los ranchos que reunían ya gran cantidad de familias, las piscinas abarrotadas, los senderos bien demarcados, el área de campin, pero sobre todo la hermosa vista hacia el lago de la represa de Cachi y las imponentes montañas al este.

Después del mediodía, la represa, con sus múltiples ventas a los costados este y oeste del puente, tanto de alimentos como de artesanías y plantas, peligrosamente instaladas a la orilla de la calle por la incapacidad del ICE para ubicarles apropiadamente. La admiración que causa tan imponente obra arquitectónica y de ingeniería se acrecentaba por la caída del agua al estar abierta una de las compuertas.

Después, La Casa del Soñador de Macedonio Quesada (q.e.p.d.), donde Hermes y su hermano están siempre dispuestos a brindar atención a las inquietudes de los turistas, que por lo general se llevan algún de las obras por ellos confeccionados a partir de la raíz, el tronco o una rama de una mata de de café.

El paso por Cachí, la admiración del mural que recrea el cultivo y procesamiento del café en el Templo dedicado a Santa Isabel de Portugal, cuya fiesta se pospuso en la fecha que correspondía como ha sido por décadas, debido a que el empresario que adquirió los derechos de los carruseles así lo exigió y como ahora para el cura es más importante generar ingresos que mantener tradiciones accedió. Luego, el paso por Pueblo Nuevo, Peña Blanca y la parada obligatoria en la casa de los/as muñecos/as (gran cantidad de ellas pegadas o guindando por todas partes, recogidas seguramente de las calles por sus aspectos y condiciones) y luego, la llegada a Truchas La Fuente de Mariano Chinchilla y familia, que ya nos tenía preparado (le habíamos llamado con anticipación, lo que no entendió un cliente que se molestó porque nos sirvieron primero a nosotros que a él que había llegado primero) un manjar, con una entrada de sopa de pescado y luego trucha frita con su receta original a base de especies, para terminar con un café chorreado.

De regreso a Cachí, dejando atrás el rótulo que dice: A la izquierda para Peña Blanca y Guayabillo; a la derecha para Cachí y el Resto del Mundo.

Pasamos Calle Boza, La Primavera y La Loaiza, cuyas familias después de treinta años llegaron a ser propietarias de los lotes a los que el ICE los reubicó cuando la represa inundó sus terrenos, incluido el cementerio de Cachí. Desde ahí, otra perspectiva del Lago y a lo lejos, al norte el Irazú, el Turrialba y los pueblos de Cot, Tierra Blanca, San Gerardo, Santa Rosa, San Miguel; más acá, Birrisito, El Yas, La Flor, El Naranjo.

Pasamos por La Alegría y admiramos el Puente de Hamaca que acorta para los peatones el camino en varios kilómetros para llegar a Orosi, pero siempre amenazado por el Río Macho. Palomo, concentrado esa tarde en el Templo en misa (Lástima como dice Facundo Cabral que no conocen el dicho de la abuela: "Los cristianos piden en vano en la misa del domingo olvidando que ese día es el de descanso del Señor").

Antes del puente sobre el Río Palomo el Restaurante El Puente, que junto a su similar La Anita, son todo un fenómeno en cuanto a venta de ceviches siempre frescos, el primero atendido por Eduardo, siempre amable y atento, y el segundo por los hijos de Alfonso (q.e.p.d.).

Y llegamos a Orosi, y la visita obligada al Templo Colonial que data del Siglo XVII y su Museo, donde puede respirarse y vivirse la historia no solo de un pueblo sino del país.

Ahi nos encontramos con la propuesta del nuevo templo, que se construirá a un lado del actual, ya que éste no da abasto para albergar a tanta gente en los cultos religiosos. "Por qué en vez de construir un nuevo templo no celebran misas cada hora", sugiere alguien por ahí, sorprendido por la propuesta de construcción, muy alejada del entorno que le albergará.

Por último, una visita a las piscinas termales para encontrarse con un mal gesto de un empleado que corre a cerrar una puerta, previendo que no vayamos entrar a tocar el agua porque están a punto de cerrar. Y el regreso a Paraíso, admirando Sanchirí al norte, pero preocupados por la siembra irresponsable de café en los cerros al costado oeste de la carretera, cuando deberían estar cubiertos de árboles. Arriba ya, el imponente valle, con Orosi y Cachí desparramados al pie de la montaña y Tucurrique a lo lejos.

Finalmente, El Elefante, ahí en relieve, en aquel paredón de tierra que lo ha albergado durante años.

Estas son tan solo unas pocas de las muchas alternativas que ofrece nuestro prodigioso terruño para deleite de los turistas nacionales y extranjeros.

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