Sábado 12 de julio de 2008
Uno de los problemas que tiene el hacer turismo en cualquier parte del mundo, es que los destinos están predeterminados, quedándose por fuera alternativas ricas en idiosincracia, costumbres y formas de convivencia a las que es difícil llegarles.
Este fin de semana tratamos de experimentar al respecto, y comenzamos por acercar a un grupo de amigos/as españoles/as a un turno tradicional en Pacayas, con motivo de la celebración de los 100 años del cantonato de Alvarado. De lo que pudimos apreciar, prácticamente solo quedan las comidas tradicionales, pues lo demás se encuentra en cualquier actividad de la misma índole: megabar, cantina con karaoke, ventas de ropa principalmente copadas por peruanos, bolivianos, y ecuatorianos, y la sección de comidas internacional, con abundancia de vigorón y chop suey.
En el comedor comunal optaron por degustar una deliciosa sopa de mondongo o callos como lo conocen, acompañada como es tradicional por papa, chayote, zanahoria y elote.
Rápidamente tomamos la decisión de trasladarnos a nuestro segundo destino: El Valle de Ujarrás, ya que el ruido del megabar era insoportable. Aquí, la primer anécdota. Como ya es tradicional, una familia acondicionó el patio de su casa como parqueo y en un descuido del cuidador (acostumbrado a lidiar con vacas y sacarle frutos a la tierra y no con carros) un irresponsable bloqueó la salida de uno de nuestros vehículos. Por más llamados por los altoparlantes no apareció. Dos opciones: romperle un pequeño vidrio y tratar de correrlo o buscar una linga para jalarlo. Rápidamente ésta apareció. Como el terreno estaba mojado no costó arrastrar el carro del imprudente y dejar el camino despejado.
Ujarrás nos esperó apacible, ahí cerca de las ruinas, que realmente son ruinas, hasta los rótulos que recogen algo de la historia están deteriorados.
Ell domingo temprano nos atendieron con amabilidad y esmero en El Cas, previo recorrido por los estantes de truchas, visita a la zona de los gansos y chompipes y admiración de los bellos jardines. Un suculento pinto con huevo, café negro o con leche, tortillas con queso y natilla nos prepararon para la jornada que nos esperaba.
Recorrimos las piscinas del Balneario de Pedro, visitamos las Ruinas, contemplamos el hermoso río que discurre transparente y luego nos dimos gusto admirando el cultivo de chayote y como, en una pequeña porción de terreno habían sembrado tomillo, culantro, berenjena, albahaca y una planta que en nuestras manos dejaba un olor a anís pero que no supimos de que se trataba.
Luego el Paradero Lacustre Charrara, una de las cuatro grandes obras que le legó al pueblo costaricense don Rodrigo Carazo durante su gestión de Gobierno (1978-1982) en el circuito turístico: La Laguna de la Expresión Laguna de Doña Anacleto Arnesto de Mayorga, y los Miradores de Ujarrás y Orosi.
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