Lunes 16 de julio de 2008
El lunes en la noche, me urgía llegar al Banco Uno entre la avenida central y la avenida segunda, o sea, 50 metros oeste y 50 m sur del Más X Menos de Cuesta Moras. Siendo las 18.29.45 llegué a la puerta y la primera reacción del guarda fué manisfertarme que ya estaba cerrado. Mientras dijo eso pasaron 10 segundos y en 5 segundos no lo iba a convencer. Al sentirme lesionado en mi derecho de que se me atendiera, protesté solicitándole al guarda que me llamara al Jefe de la Oficina, a lo que no accedió. Al pedirle que se identificara se negó, y en eso se sintió apoyado disque por el inspector.
Las cosas se estaban complicando, más cuando me pidieron que me alejara sin haber atendido mis peticiones. Les urgía bajar la puerta de hierro, pero yo exigía el nombre completo del guarda o que se presentara el o la encargada de la oficina. "Pedro Pérez me llamo", y no sonaba nada creíble. En eso el supuesto inspector le dice Mauricio. "Pedro Pérez o Mauricio, ¿como se llama realmente?". Ya estaban enojados. "Mauricio Pedro Pérez", pero era evidente que mentían. Yo no me iba, yo no me alejaba de la puerta de vidrio.
Rompiendo todos los procedimientos establecidos, abren la puerta de vidrio para que salga el inspector. Me siento amenazado pero me mantengo firme. "¿Su nombre verdadero?". Y golpéo la puerta del vidrio con la palma de la mano. En eso se acerca la jefa. Le expongo la situación: "Llegué faltando 15 segundos para las 18.30 horas y él no me dejó ingresar, ahora solo exijo que él me dé su nombre", refiriéndome al guarda. Casi fuera de control, alega que no me lo dará, "Déselo, le dice la Jefa". No hay reacción inmediata, después insiste en que no me lo dará. "Déselo", le ordena la Jefa y a regañadientes, agachándose pronuncia: "Mauricio Castro". Quedo satisfecho, le agradezco a la jefa y le digo al guarda: "Qué pena el haber tenido que tratarle de esa forma, pero nada le costaba acceder a lo que le pedí desde el principio". Ahí se quedó dubitativo, espero no encontrármelo en calle.
Este hecho pone de manifiesto la ingenuidad de los dos guardas de seguridad. ¿Qué pasa si lo acontecido era un ardid para asaltar la sucursal? ¿Cómo se les ocurre abrir la puerta sin más para comenzar a discutir? ¿Cómo le permitieron a la Jefa de la Sucursal acercarse a la puerta e incorporarse a la discusión? En otras circunstancias y de acuerdo a las normas de seguridad debieron llamar refuerzos e inmovilizarme desde la calle, una vez inmovilizado y comprobado que no representaba ningún peligro pedir las disculpas del caso y punto. ¡Sin duda les falta formación!
Como la que le falta al oficial de seguridad del Consulado de El Salvador, que me preguntó antes de dejarme ingresar: "Porta algún arma", "No", "Entonces pase sin problema".
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