Nuestros ancestros de manera sabia, ubicaban las ciudades cerca de fuentes de vida: los ríos. Éstos suministraban el agua tan necesaria para la vida humana.
Lamentablemente, casi no hay ríos en nuestros pueblos que no estén altamente contaminados. Comenzando por las aguas de las casas, las jabonosas, que utilizamos para bañarnos o para lavar los utensilios, terminan cayendo en la alcantarilla y de ahí a una zanja y posteriormente a un río.
Cuando los pueblos están asentados en terrenos con muy baja capacidad de absorción (suelo arcilloso), los drenajes de los tanques sépticos no dan abasto, y muchas familias les hacen previstas para descargarlas en las alcantarillas, de ahí a la zanja y después al río; y existen casos donde el tanque séptico descarga directamente a la alcantarilla o al río.
El gran proyecto que debe aunar voluntades e instituciones se llama alcantarillado sanitario, para que podamos volver a los días en que nuestros ríos sean fuente de vida y no de muerte como sucede hoy.
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