El primer día de clases en Vesta, zona sur de Limón, al final del Valle de La Estrella, Juan Granados comenzó a recibir a sus alumnos para el nuevo curso lectivo en 1973. Ahí llegó con sus dos hijas, después de caminar varios días, un indígena.
Terminado el día de trabajo, se volvió a internar con ellas en la montaña.
Al siguiente día no llegaron a clases, y así durante casi todo el año lectivo, y por más que preguntaba nadie le daba razón por aquellas dos alumnas. Cuando celebraban la fiesta de la alegría por la finalización del año lectivo, apareció el indígena con las dos niñas y le dijo: -Maestro, usted no le enseñó a mis hijas, ha pasado un año y no aprendieron a leer y escribir.
Juan solo pensó que era muy difícil que aprendieran algo si solo el primer y el último día habían asistido a clases.
Terminado el día de trabajo, se volvió a internar con ellas en la montaña.
Al siguiente día no llegaron a clases, y así durante casi todo el año lectivo, y por más que preguntaba nadie le daba razón por aquellas dos alumnas. Cuando celebraban la fiesta de la alegría por la finalización del año lectivo, apareció el indígena con las dos niñas y le dijo: -Maestro, usted no le enseñó a mis hijas, ha pasado un año y no aprendieron a leer y escribir.
Juan solo pensó que era muy difícil que aprendieran algo si solo el primer y el último día habían asistido a clases.
No comments:
Post a Comment