Recuerdo la sorpresa que me llevé hace ya bastantes años, cuando en el hotel donde se desarrollaba una conferencia de HABITAT, el organismo experto de las Naciones Unidas en vivienda y asentamientos humanos, en Copenhague, Dinamarca, me topé con la sorpresa de las cámaras de bronceado. En aquel momento, como hoy, mantuve mis reservas al respecto, pues considero inexplicable tener que recurrir a esos artificios pudiendo alcanzarse un bronceado por medios naturales. Sin embargo, justificaba a los/as daneses/as por el clima que les caracteriza durante la mayor época del año.
Ahora bien, que dicho servicio se ofrezca en nuestro Cartago no es sorprendente, lo sorprendente es que resalten las rebajas de precios que ofrecen a partir de un determinado número de "seciones". Si la calidad del servicio es como la calidad de la ortografía, chamuscados/as van a salir los/as cartagos/as.
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