Doña Grace Rivera Ramírez, a los diecinueve años estaba formando su hogar. Como ocurre en muchas oportunidades, su gran preocupación se centraba en la preparación de los alimentos para su marido: tenía el reto, que se le presentaba dificilísimo, de ofrecer variedad, con buen gusto y utilizando los ingredientes de que disponía más a mano, en una zona eminentemente agrícola como la de Cot, en el Norte de Cartago.
Y comenzó por preparar bien el arroz y los frijoles, los componentes básicos en la dieta de los costarricenses; y a darle forma a platillos utilizando la papa, la zanahoria, el brócoli, la remolacha y la coliflor entre otros. Periódicos y revistas era fuente importante de información para complementarse.
Habiendo incursionado como instructora de manualidades en su casa, al final de las clases le ofrecía un café con algo más a sus alumnas y alumnos. De pronto, se vió explicando las recetas de ese algo más que daba; pasando de la clase de manualidades a clase de cocina. Esa era su vocación.
El camino estaba trazado. Buscó en la Asociación de Chefs Costarricense formación para complementar su experiencia en cocina tradicional con cocina internacional. A principios de este año recibió el certificado que la la acredita como cocinera profesional a nivel mundial de la Asociación Mundial de Cocineros. Ya no solo su preocupación es como satisfacer los gustos alimentarios de su familia lo que impulsó su vocación, sino la de muchos costarricenses que reciben su servicio de "catering service" a domicilio o en su propia Sala de Eventos y Escuela de Cocina en el pintoresco y acogedor Cot.
Y comenzó por preparar bien el arroz y los frijoles, los componentes básicos en la dieta de los costarricenses; y a darle forma a platillos utilizando la papa, la zanahoria, el brócoli, la remolacha y la coliflor entre otros. Periódicos y revistas era fuente importante de información para complementarse.
Habiendo incursionado como instructora de manualidades en su casa, al final de las clases le ofrecía un café con algo más a sus alumnas y alumnos. De pronto, se vió explicando las recetas de ese algo más que daba; pasando de la clase de manualidades a clase de cocina. Esa era su vocación.
El camino estaba trazado. Buscó en la Asociación de Chefs Costarricense formación para complementar su experiencia en cocina tradicional con cocina internacional. A principios de este año recibió el certificado que la la acredita como cocinera profesional a nivel mundial de la Asociación Mundial de Cocineros. Ya no solo su preocupación es como satisfacer los gustos alimentarios de su familia lo que impulsó su vocación, sino la de muchos costarricenses que reciben su servicio de "catering service" a domicilio o en su propia Sala de Eventos y Escuela de Cocina en el pintoresco y acogedor Cot.
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