May 31, 2009

POR LOS CAMINOS DE JORGE DEBRAVO Y EL MONUMENTO NACIONAL GUAYABO.


SÁBADO 30 DE MAYO

Nuestra habitual caminata de cada mes, nos llevó en esta oportunidad a recorrer las tierras que vieron nacer y crecer a nuestro poeta Jorge Debravo, malogrado en un accidente motociclístico a la edad de 37 años, cuando estaba en la plenitud de su carrera literaria.

Originalmene planificada para comenzar en Santa Cruz de Turrialba, en cuyo centro educativo estudió, un imprevisto nos obligó a comenzarla 7 kilómetros antes, en Coliblanco, pues la empresa de transporte público suprimió esa última llegada los sábados a las 8 a.m. desde Cartago por no ser rentable (¿Y no que es un servicio público?). Al final valió la pena esa hora y cuarenta minutos de más, pues se nos recompensó con las hermosas vistas de la Cordillera de Talamanca hacia el sur, Juan Viñas y Turrialba allá abajo, la hermosa vegetación a uno y otro lado de la carretera.

Ya en Santa Cruz, se comienza a sentir a Debravo. En la vieja pero muy bien conservada escuela, una placa hace referencia a que ahí estudió Jorge, y se recoge un hermoso poema.

Poco después está el desvío hacia el Monumento Nacional Guayabo, y varias señales así lo indican, no sin generar cierta confusión: "San Antonio 4 kms; Guayabo 6 kms" dice uno; otro lo pone asi: "San Antonio 4 kms, Guayabo 10 kms". ¿Cuál será el verdadero?

Una carretera en proceso de construcción con recursos de la Cooperación alemana ha venido a sustituir el viejo camino. En un cruce de éste, a la derecha, nos indica que por ahí se va a San Antonio, y su pintoresco Templo sobresale en aquella campiña.

A los 6 kms nos aparece el pueblo de Guayabo, a cuya entrada nos recibe un hermoso río con su agua recién brotada de la montaña, que activa la circulación en todo nuestro cuerpo al nadar en sus aguas. A su ribera, al mediodía, aprovechamos para almorzar.

Ya en Guayabo (Y se nos comienzan a aclarar las cosas), el que se indicaba en el cruce que quedaba a 6 kms, un rótulo colocado por los organizadores en el pasado de una compentencia de mountain bike, señala donde estaba la casa en la que nació el poeta. Así, nada más, cuando ahi debería recogerse aunque fuera en un pequeño edificio la inmensa obra de Debravo. Ya Guayabo tiene escuela, los niños no tienen que ir como en el pasado hasta San Cruz.

Cuatro kilómetros más, para completar los diez del otro rótulo, el Monumento Nacional Guayabo, sitio arqueológico cuyo acueducto subterráneo ha sido declarado recientemente "Patrimonio Arquitectónico de la Humanidad" por su características constructivas que datan de hace miles de años: la tubería en zigzag hecha de pura piedra por los indígenas, conduce el agua desde la naciente, desde ciento sesenta metros más arriba, hasta el asentamiento y pasa por debajo de la calzada hasta el tanque de sedimentación, donde quedaban las impurezas. Y nos extasiamos por instantes imaginando la vida de nuestros antepasados ahí, que tratan de reproducir en el anfiteatro del Monumento que nos alberga mientras esperamos el autobús que nos devolverá a nuestros lugares de orígen, con la satisfacción de querer más a Jorge Debravo y a valorar las capacidades desarrolladas por nuestros antepasados.

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