Miércoles 3 de diciembre de 2008
No había llevado almuerzo, ni tenía con qué comprarlo, por dicha, en una de esas acciones de la Providencia, en el edificio de al lado estaban recibiendo donadores de sangre a cambio de un emparedado. Aquel día por fin cumplí con uno de mis anhelos: ser donador de sangre, y a la vez pude almorzar de a gratis.
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