Todo debió planificarse pulcramente, tenía que ser una manifestación de impacto y distinta a las que hacen los sindicatos de este país. Irían ordenados, cantando, sin interrumpir el tránsito, con protector solar para evitar la insolación.
Sus demandas llegarían hasta el señor Presidente de la República Don Oscar Arias y su Ministro de Educación don Leonardo Garnier ("A lo mejor" reflexionaban para sus adentros, "algunos dirigentes tendremos la oportunidad de ser llamados al despacho presidencial, saludaríamos al Premio Nobel de la Paz y hasta una fotografía nos llevaríamos de recuerdo).
Pero, resulta que se encontraron con un edificio vacío de tomadores de decisiones de alto nivel: Presidente, Ministros y Presidentes Ejecutivos se habían ido a Paraíso, donde les esperaba una larga jornada, que culminaría con una deliciosa crema de chayote como entrada del suculento almuerzo.
Quién planificó la marcha de los colegios católicos se olvidó de cerciorarse de que su interlocutor se encontrara, o al menos su hermano el Ministro de la Presidencia o como mínimo el Ministro de Educación. No, solo estaban entre otros mi amiga Rocío y el popular "Cayasso".
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