Urgía hablar con el cura párroco del Santuario de Tejar de El Guarco. Eran las 7.40 a.m., a las 8 a.m. había misa. Aunque el rótulo decía que se tocara el timbre solo una vez, hubo que hacerlo tres veces guardando largos intervalos entre uno y otro.
Al tercer intento, por una celosía que se entreabrió, se supone que la cocinera, indagó acerca del por qué de aquella insistencia.
-Buenos días, me urge hablar con el señor cura, es tan solo un par de minutos.
-Está desayunando.
-Dígale que es solo un par de minutos.
-Bueno, voy a decirle, espere un momento. (Nada de por favor). Rápidamente regresa. -El señor cura no está, él no va a dar la misa de ocho, otro viene en su lugar, él salió a dar misa a otro lugar.
-Ah bueno, dígale al señor cura cuando regrese que Dios le pague todo lo bueno que hace.
Intrigado, preguntaba, ¿Quién mintió? La cocinera al decir que estaba desayunando, o el cura, que desayunaba pero la mandó a explicar que no estaba. ¡Y eso que estamos en cuaresma! O él o ella tienen pendiente una cita con el confesor. Amén.
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