El sábado pasado, cuando habíamos recorrido un kilómetro de la Central camino a la Pastora (Turrialba), luego de la caminata al volcán, nos tomó por sorpresa encontrarnos el vehículo de un grupo de turistas que habíamos saludado allá en la cumbre, con las llantas hacia arriba en una orilla, y con la parte delantera en sentido como si hubiera venido subiendo.
Luego de constatar que los cuatro ocupantes en principio resultaron ilesos (entre ellos una niña de corta edad) a pesar de lo aparatoso del accidente, comenzamos a organizarnos para que recibieran la asistencia adecuada. Lamentablemente el servicio celular en ese punto específico fallaba.
En eso apareció doña María, la propietaria del Cafecito Danza con Nubes en La Central, quien también manifestó su interés por los accidentados e intentó algún tipo de comunicación, lo mismo que su hijo, pero fué imposible.
Cuando le platicamos que trasladaríamos a los ocupantes del vehículo siniestrado a su Cafecito, mientras otros compañeros avanzaban hacia La Pastora para llamar al 911 y coordinar la asistencia de la Cruz Roja y de la policía de tránsito, inmediatamente indicó que quienes atendían les dieran café, té, aguadulce y chocolate; que si además llegaba la hora de cerrar, que es permitieran quedarse ahí. Efectivamente así se hizo.
La avanzada logró contactar con el 911 e inmediatamente despacharon una ambulancia y al oficial de tránsito.
Mientras tanto, desde La Central llamábamos al INS para reportar el accidente y que giraran instrucciones para el desplazamiento del inspector respectivo. Luego a Ins Asistencia para el servicio de grúa.
En poco tiempo llegó la ambulancia y procedió con las revisiones de rigor, y el oficial que manejaba estaría en contacto con el 911 para trasladar al sitio del accidente al chofer. Habíamos cumplido. Los accidentados se mostraban muy agradecidos.
Solo recordamos en aquel momento lo que nos decía el Doctor Arístides Calvani, un gran maestro venezolano, que quiso tanto a centroamérica que quiso venir a morir a las montañas del Petén junto con su esposa e hijas con respecto a la solidaridad al poner este ejemplo para entender mejor el concepto: Solidaridad es cuando yo no me siento bien si mis semejantes no están bien.
No habíamos terminado de comentar lo acontecido y la buena obra realizada, cuando en el camino una niña nos ofreció vender flores, y la oportunidad de ver los quetzales con su plumaje de colores indescriptibles, como jugando para nosotros en las copas de dos hermosos árboles.
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