Sábado 7 de marzo de 2009
Uno de los primeros retos fuera de la Provincia de Cartago se dió cuando nos invitaron a Bajos de Jorco de Acosta, con motivo de las fiestas patronales. Aquél sábado éramos la atracción de la actividad.
Papá iba en su Datsun 120Y, con cuatro jugadores. En un pick-up doble cabina yo lleva otros 4 jugadores. Róger llevaba también cuatro jugadores y con él cinco. La ruta que seguimos fue: Paraíso-Cartago-Quebradilla-Alto de Copalchí-El Alumbre-San Juan Norte-San Juan Sur-Río Conejo-Cruce a San Gabriel-Tarbaca y San Ignacio de Acosta. Bajo de Jorco quedaba desviándose entre San Ignacio y Chirraca (El pueblo de los Badilla, un montón de hermanos dedicados a la siembra de café y de naranjas).
No habíamos avanzado ni un kilómetro en el desvío que nos llevaba a Bajos de Jorco cuando el carro de Papá comienza a calentar: Se había roto el radiador. "Corra Chaparro, vaya a la pulpería, tráigame jabón". Y llega Chaparro con un paquete de jabón en polvo. "Pero como se le ocurre muchacho", le dice Papá, "Es jabón en barra para untar y taponear el radiador". Medio reparado el carro, le pregunta Papá al pulpero que a cuánto estamos de Bajos de Jorco. "Mire señor, todavía faltan unos kilómetros y con ese carro puede que llegue pero no sale". Ahí lo dejamos mejor.
Eran ya casi las tres de la tarde cuando llegamos. Todo el pueblo esperándonos y la cancha era un barrial en el que costaba moverse. "¿A quién se le ocurrión traernos aquí?- Preguntaba Papá molesto.
Estando ahí no quedaba más que hacerle frente al encuentro. Vinieron las instrucciones: "Es difícil jugar. Parémonos bien atrás y contragolpeamos, nos vamos a reservar a Luis Martínez para que resuelva el partido en los últimos minutos". Luis había sido un destacado jugador por su fortaleza, pero también por manejar el equipo desde el medio campo con gran inteligencia. Había jugado en segunda división con Paraíso y el "Quincho" Barquero.
Al final no se pasó del empate, cuando casi en penumbra el árbitro terminó el partido, con todos los jugadores con el barro hasta las rodillas.
Después vino el agasajo, como invitados especiales en el turno. En eso se le acerca el distribuidor del periódico La Nación en Paraíso a Papá y le dice: "Don Ramón, mucho gusto, yo soy el que el hice el reto, espero que les haya gustado venir hasta aquí". Se queda Papá viéndolo y le espeta: "Mire, no le meto un balazo porque ando sin pistola, como se le ocurre traernos a este lugar, donde falta poco para llegar a Parrita, hasta el mar se oye, con esa calle tan mala que hasta el carro tuve que dejar botado y ésta cancha que es un barrial". El otro desapareció como por arte de magia. Por mucho tiempo ni en Paraíso se le volvió a ver.
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