(*) Tomado de la edición digital del periódico www.paraisoenmarcha.com, de la columna semanal denominada A LA SEGURA.
Lunes 9 de febrero de 2009
Antes que todo, debemos anotar que nos sorprendimos el sábado 7 de febrero, pues apenas abrieron en Foto Artavia acudimos a inscribirnos y ya no era posible, a pesar de un comunicado emanado del Comité Cantonal de Deportes y Recreación de Paraíso promocionando la XXVIII Edición de la Carrera de la Candelaria, donde destacaban que las inscripciones se harían hasta las 5 p.m. en los distintos centros autorizados.
¿Qué pasó?
Que nunca se había llegado a contar con 2000 atletas y se tenían previstas medallas y camisetas para esa cantidad de participantes. La cifra se superó. Pues en buena hora.
Ya en el evento, antes de comenzar, el entusiasmo y la camaradería de siempre a pesar del frío y la lluvia.
En carretera si extrañamos la ausencia de la policía o de los jóvenes de CREA en los cruces de calle, tan valiosos en otros años.
Excelente la asistencia a cargo de los boy scouts, suficiente agua para todos/as.
La llegada muy bien organizada.
Lástima que no se mantuviera el orden hasta los/as últimos/as corredores/as. Los oficiales de tránsito no debieron abandonar sus puestos en el cruce del Estadio “Quincho Barquero”, en el Cementerio y mucho menos en SERPASA. También quienes hacían su esfuerzo por culminar la carrera se merecían un camino despejado hasta la meta en esos últimos kilómetros del trayecto. Pero bueno, seguimos añorando en Costa Rica competencias atléticas en carretera totalmente libres de carros. Sin duda, llegará el día.
Tanto éxito como siempre, gracias a la dedicación de los miembros del Comité Cantonal de Deportes y Recreación de Paraíso y a los/as voluntarios/as, y en especial, de don Adrián Soto, su Presidente, que no escatima tiempo y recursos para asegurarnos a los competidores un evento con el que no solo estamos plenamente identificados sino que nos permite realizarnos como deportistas.
¿Quién ganó? Todos los que participamos: organizando, ayudando, corriendo o aplaudiendo a la orilla del camino. Eso fue lo mejor.
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