Jueves 26 de febrero de 2009
Sin necesidad de rifas ni de andar buscando recursos externos, el equipo fué generando un proceso interesantísimo de autogestión: cuando se decidió comprar un uniforme más decente (Claro de segunda mano), los mismos jugadores hicimos el aporte económico necesario, para lavarlos, al final de los partidos se recogía una cuota y lo mismo para pagar la cancha(Nueva norma: los jugadores muy jóvenes sin ingresos estarían exentos y aún lo están de estos pagos).
Algún jugador con un poco más de recursos de vez en cuando compraba una bola y la regalaba. Quienes tenían vehículo, lo ponían para los traslados cuando fuera necesario. Éste último aspecto sí vino a generar un problema: se desarrollaba cierto compromiso con el dueño del carro que trasladaba jugadores, pues era casi obligatorio ponerlo a jugar. En un partido en Cachí, una noche, uno de esos jugadores dueño de carro estaba desempeñándose muy mal, así, apenas el árbitro indicó la finalización del primer tiempo, uno de los más fieles seguidores que teníamos, Luis Moya (q.e.p.d.), quien incluso jugó algunos partidos a pesar de su edad (más de 60 años), se vino corriendo hasta el grupo y sentenció: "De ahora adelante se vienen aunque sea a pie para los partidos, pero no vamos a tener que poner a jugar a malos solo porque traen carro". Y santas palabras.
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