25 de abril de 2008
Un día martes 2 de noviembre, a las 7.35 a.m. me comuniqué telefónicamente con el ingeniero municipal de Paraíso para denunciarle que en una acera de la carretera nacional y en pleno cuadrante se estaba construyendo un tanque séptico.
Recibí como respuesta que inmediatamente mandaría a realizar una inspección al sitio pues era una barbaridad que eso estuviera aconteciendo.
A las 11.50 a.m. volví a llamarle y me aseguró que efectivamente se estaba dando el hecho denunciado, que se había procedido a clausurar la construcción y que se procedería a notificarle al profesional responsable de la obra.
Según los vecinos de dicho sector, nada de lo que el ingeniero dijo se hizo o tuvo repercusión, pues siempre fue construido el tanque séptico en la acera de esa vía nacional.
Por lo anterior le solicité que me remitiera copia del acta de inspección y del documento de notificación al profesional responsable de la citada construcción.
Esperaba, como se lo dije, lo mismo que al señor Presidente del Concejo y se lo dejé grabado al señor Alcalde en su casillero de voz del teléfono celular, que un hecho como el denunciado no formara parte de increíbles actos de corrupción que se estuvieran presentando.
Pero no solo eso, ojalá que esto no dé pie a que de ahora en adelante dicho ingeniero pase a ser el ingeniero que a su vista y paciencia se permite la construcción de tanques sépticos en lugares públicos, pues a lo mejor el siguiente paso sea el convertirse en el ingeniero municipal que permite la construcción de excusados en las aceras.
A la espera de su respuesta en los términos y plazos de ley, me despedí, cordialmente; guardando la paciencia suficiente para seguir esperando dicha respuesta que años después aún no llega.
Ojalá, que dentro de muchos años más, en los que aún no ha llegado la respuesta, no tengamos la infausta noticia en un periódico nacional de que “un/a niño/a murió ahogado/a en un tanque séptico que “clandestinamente” fue construido en una acera de una carretera nacional” en una ciudad que ya no es un Paraíso sino un Infierno, en especial para la familia doliente”.
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