A finales de la década de los 70, Juan Granados Solano decidió cambiar de aires como maestro rural y dejó la zona atlántica donde había servido desde 1972 en Campo Dos (Pococí), Vesta (Talamanca) y Ticaban (Pococí) y encaminó sus pasos a Punta Zancudo, Golfito.
Primero en avión hasta Golfito y estando ahí, a esperar algún buen samaritano que lo llevara a Punta Zancudo. Éste pronto apareció.
Dedicados a sacar aceite de los cocos que vendían en Golfito y a la agricultura de subsistencia, la pesca era artesanal y apenas para el gasto diario.
Como maestro del pueblo, una tarde fue invitado a pescar. En dos botes, arrastraron la red y pronto se dieron cuenta que algo grande llevaban. Juan Granados se emocionó tanto al ver el inmenso pez de más de un metro, que sin esperar órdenes se tiró al mar, a como pudo lo sacó de la red y lo abrazó para subirlo al bote. Intento vano pues aquel al verse libre de las redes saltó de sus manos y volvió a las profundidas del mar. Acostumbrado a lidiar con pequeños peces en los ríos La Máquina o Lavatripas en su natal Paraíso, no midió Juan el reto al que se enfrentaba en aquellas aguas del Pacífico. Por dicha, como era el maestro del pueblo no pasó a más su falta de precaución.
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