A principios de la década de los ochenta, y como secuela del programa cultural “
Gente honesta, trabajadora, dedicada al cultivo del café en sus pequeñas parcelas, formaron familias y crearon riquezas: principalmente entre éstas las que tenían que ver con la honradez, la solidaridad, el compromiso, el deseo de superación.
Ese deseo de superación les llevó en su oportunidad (Febrero del 2005) a dirigirse a las autoridades municipales de Paraíso, en particular a
Ahí sigue Guábata, transformándose, invadido por foráneos que han valorado sus bellezas y han adquirido terrenos para construir sus casas y pasar en ellas los fines de semana, seguros de que encontrarán aire fresco y limpio, un río cristalino capaz de darles rincones hermosos con aguas saludables, expertas en brindar caricias excitantes.
Ahí sigue Guábata, ahora con templo católico y escuela, pero con jóvenes hermosos y hermosas que ya no acompañan a sus padres en la producción de café ni en la siembra de hortalizas y verduras, sino que salen todos los días a Paraíso, a Cartago, a San José, a laborar, a complementar con su esfuerzo personal los ingresos familiares que depara la pequeña parcela, guardando la esperanza de que aquella carta-solicitud que firmaron hace más de dos años tenga respuesta, una respuesta muy sencilla: un lastreado del camino que tanto les urge.
Ahí está Guábata. Atractivo, cautivador.
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