Jul 29, 2007

GUÁBATA

A principios de la década de los ochenta, y como secuela del programa cultural “La Casa del Artista”, un grupo de pintores paraiseños se autodenominó “Guábata”, nombre sugestivo y atrayente. Avanzada esa década, partimos de Palomo para descubrir Guábata. Un camino lastreado iba siendo devorado poco a poco, paso a paso. Cafetales a la izquierda habían usurpado y ocupado el espacio en los cerros, otrora hermosos bosques. A la derecha, maravilloso el Río Palomo avanzaba intrépido a encontrarse con el Río Macho, hasta ser el Reventazón y explayarse desde Siquirres hasta Caño Blanco y Barra de Parismina y besar el mar Caribe.

Gente honesta, trabajadora, dedicada al cultivo del café en sus pequeñas parcelas, formaron familias y crearon riquezas: principalmente entre éstas las que tenían que ver con la honradez, la solidaridad, el compromiso, el deseo de superación.

Ese deseo de superación les llevó en su oportunidad (Febrero del 2005) a dirigirse a las autoridades municipales de Paraíso, en particular a la Junta de Caminos, para que incluyeran el tramo de calle que lleva de Palomo a Guábata en el “Plan Anual de Mantenimiento de Caminos Vecinales”, con el compromiso de los vecinos de aportar, en la medida de sus posibilidades, para que la obra se concretara. Lamentablemente, a pesar de los formalismos ni siquiera se dignaron a contestatarles, mucho menos a atender su petición.

Ahí sigue Guábata, transformándose, invadido por foráneos que han valorado sus bellezas y han adquirido terrenos para construir sus casas y pasar en ellas los fines de semana, seguros de que encontrarán aire fresco y limpio, un río cristalino capaz de darles rincones hermosos con aguas saludables, expertas en brindar caricias excitantes.

Ahí sigue Guábata, ahora con templo católico y escuela, pero con jóvenes hermosos y hermosas que ya no acompañan a sus padres en la producción de café ni en la siembra de hortalizas y verduras, sino que salen todos los días a Paraíso, a Cartago, a San José, a laborar, a complementar con su esfuerzo personal los ingresos familiares que depara la pequeña parcela, guardando la esperanza de que aquella carta-solicitud que firmaron hace más de dos años tenga respuesta, una respuesta muy sencilla: un lastreado del camino que tanto les urge.

Ahí está Guábata. Atractivo, cautivador.

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