Pero siempre, como padre y madre pensando en lo mejor para sus hijos, se propusieron hacer algo; así, compraron cuatrocientas pollitas, que adultas, pusieron los suficientes huevos como para intentar que su hijo cumpliera su sueño.
Egresado de sexto grado, se encaminaron al Castella, y el Maestro don Arnoldo Herrera (q.e.p.d.), realizada la valoración del caso, les dió la buena noticia: Guillermo tenía la actitud y la aptitud para ser músico. "Y lo logró, pudo estudiar a puro "guevo", dice su orgulloso padre.
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