Con Mayo nos llegan los primeros aguaceros del año, esporádicos por las tardes, se hacen constantes a partir del día 15, que coincide con la fecha declarada para celebrar el Día del Agricultor, por iniciativa del diputado ateniense Ricardo Román Román, quien así lo propuso por medio del proyecto que presentó ante la Comisión de Asuntos Varios de la Asamblea Legislativa en octubre de 1967 y que se convirtió en la Ley de la República No. 4096.
Se reconoce con ello el aporte permanente que le hacen al desarrollo del país las trabajadoras y los trabajadores del campo, quienes independientemente de las condiciones del clima, vuelcan su esfuerzo en el surco para hacer brotar de la tierra los productos que alimentarán a nuestro pueblo.
En la tierra se forjó la nacionalidad costarricense, aquella caracterizada por el trabajo duro, honesto, solidario; de sus entrañas brotaron los principios arraigados de luchar por la justicia social y el progreso permanente.
En un mundo en el que cada vez más se arraiga la convivencia en las ciudades y se rompen las fronteras, los agricultores siguen siendo los llamados a dar la batalla permanente por lograr producir más y mejor, para provecho de los de acá y de los de allá; siendo imperativo reconocerle con precios justos su aporte, en aras de su desarrollo integral, en lo personal y lo familiar.
En el Día del Agricultor, nuestro homenaje y nuestro compromiso con quien contribuye a hacer progresar la humanidad. Nuestro respeto por el que se esfuerza para hacer llegar a nuestra mesa el alimento que necesitamos para estudiar y trabajar, para soñar y construir.
Gracias, hombres y mujeres de piel tostada por el sol, de manos en la tierra abriendo el surco, sembrando la semilla y recogiendo la cosecha.
Se reconoce con ello el aporte permanente que le hacen al desarrollo del país las trabajadoras y los trabajadores del campo, quienes independientemente de las condiciones del clima, vuelcan su esfuerzo en el surco para hacer brotar de la tierra los productos que alimentarán a nuestro pueblo.
En la tierra se forjó la nacionalidad costarricense, aquella caracterizada por el trabajo duro, honesto, solidario; de sus entrañas brotaron los principios arraigados de luchar por la justicia social y el progreso permanente.
En un mundo en el que cada vez más se arraiga la convivencia en las ciudades y se rompen las fronteras, los agricultores siguen siendo los llamados a dar la batalla permanente por lograr producir más y mejor, para provecho de los de acá y de los de allá; siendo imperativo reconocerle con precios justos su aporte, en aras de su desarrollo integral, en lo personal y lo familiar.
En el Día del Agricultor, nuestro homenaje y nuestro compromiso con quien contribuye a hacer progresar la humanidad. Nuestro respeto por el que se esfuerza para hacer llegar a nuestra mesa el alimento que necesitamos para estudiar y trabajar, para soñar y construir.
Gracias, hombres y mujeres de piel tostada por el sol, de manos en la tierra abriendo el surco, sembrando la semilla y recogiendo la cosecha.
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