Jun 1, 2008

SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ

30 de mayo de 2008

Cuando por las circunstancias se entrena solo y en la madrugada, se mantiene cierta aprehensión al ambiente que nos rodea, más si aún la noche aún impone con fuerza su dominio. Por dicha, podemos mantener un diálogo interior, sin descuidar estar atento a lo que pueda estar pasando.

Éste viernes pasado, carretera a Orosi, cerca del Mirador Orosi, justo cuando en el horizonte comienzan a verse las luces de Cachí que luego en toda su magnitud nos asemejan la silueta del Concorde, escuchamos algunas detonaciones, algo ya casi natural en esos parajes. Ya en el Mirador Orosi, nuevas detonaciones y de pronto gritos en un lenguaje incomprensible, volvemos a ver hacia un Restaurante ubicado ahí cerca y podemos percibir la silueta de una persona que corre por entre las mesas. Y el temor y el terror como nunca se hacen presentes y la primera reacción es cambiar los planes y no seguir hasta el mojón del Km 4 sino devolvernos, lo más rápído posible ante el temor de que una bala "perdida" pueda alcanzarnos. Por primera vez deseamos que aparezca algún vehículo (Siempre queremos no toparlos ni que nos alcancen por la contaminación que generan), y a pesar de que en ese momento pensamos en tantos santos y santas que al final a ninguno pudimos pedirle nada, venía una ambulancia de la Cruz Roja con destino a Orosi, la detuvimos, le explicamos lo que sucedió y le sugerimos a su conductor pasar con precaución por el lugar de los hechos. Ese día fué tal el susto, que ni ganas de orinar nos dieron, como ya se nos estaba haciendo habitual cuando pasamos por el Mirador Orosi entrenando (Práctica que uno busca siempre evitar, pues al aire libre nos decía la esposa de un amigo atleta, se puede contraer una infección que luego en los juegos del amor (aquellos donde se hace realidad la sentencia de la abuela de Facundo Cabral: ¡Amaos los unos sobre los otros!) se le transmite a la mujer). Por eso, cuando inevitablemente surge esa necesidad fisiológica en algún descampado, la tratamos de hacer cubriéndola bien, poniendo mis brazos a los lados y entrelazando los dedos). Sin embargo, ese día fué tal el susto que ni sentimos la necesidad de orinar. Siempre hay una primera vez.

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