MARTES 2 DE JUNIO DE 2009
Convencido de su culpabilidad, pero seguro de que sería declarado inocente, se preparó para soltar su mejor carjada mirándola a los ojos cuando el Tribunal dictara sentencia.
-Se declara al acusado inocente.
Y sonrió entonces mirándola a los ojos, con una sonrisa inolvidable y permanente, que le acompaña día y noche, dormido o despierto: la boca siempre abierta y las comisuras de los labios llenas de boceras que le llegan a los lóbulos de las orejas.
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