26 DE JUNIO DE 2010
Casi que es indescriptible lo que se siente: ese carro tomando velocidad, saber que estamos en una pendiente de casi 45 grados, en una calle de una sola vía, con casas a ambos lados o cafetales en un despeñadero.
Lo peor es dejarse llevar por el terror y tratar de maniobrar para causar el menor daño posible: de ahí la primer decisión de subir el carro a la izquierda contra el paredón,pero era tanta la velocidad que se lo saltó y cayó nuevamente a la calle, donde casi se vuelca: ahí fue donde comprobamos la importancia del cinturón de seguridad: de no llevarlo puesto hubiésemos en ese momento rodado por el carro y perdido el control del mismo. Pero, a pesar de la forma en que se inclinó el carro, el tener el cinturón puesto y sujeto el volante, nos permitió, dentro de las circunstancias mantener cierto control.
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