JUEVES 22 DE ENERO DE 2009
Nuestros ancestros utilizaban las mejores hojas que tenían a mano para higienizarse cuando iban a la huerta a hacer sus necesidades fisiológicas. Después se evolucionó, y se utilizaban para dichos menesteres las mazorcas de maíz ya despojadas de sus granos. En una época de mayor cultura se echaba mano al papel periódico. Decimos época de mayor cultura porque muchos/as aprendieron a leer durante esos menesteres.
Hasta que se llegó a los tiempos actuales, los de nuestras sociedades híbridas, donde prevalece el papel higiénico, pero ahora, enfrentados a otros dilemas.
Comprar papel higiénico blanco porque luce mejor en el cuarto de baño haciendo juego con el color de las paredes, pero altamente contaminante por los químicos utilizados para darle esa albura: Problema ético.
Comprar papel higiénico natural beige que destaca de manera horrible al contrastar con la albura de las paredes: Problema estético.
Y las familias ante éstas dicotomías en los supermecados, porque en un bando se ubican los que prefieren el papel higiénico de color natural aunque se vea feo, porque para ellos prevalece lo ético; del otro, los que fieles a su pensamiento de que todo debe armonizar, principalmente desde el punto de vista estético, se inclinan por el papel higiénico de color blanco.
Entre una posición y otra, entre lo ético y lo estético, el que sugiere que una quincena se compre papel higiénico color natural y en la otra papel higiénico color blanco, no vaya a ser que por una de esas confrontaciones se tenga que volver a las hojas de los arburtos o plantas, a las tuzas de maíz o al papel periódico.
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