Apr 27, 2008

DOS INMENSAS LÁGRIMAS DEL TAMAÑO DE LOS OJOS

ARTICULOS DE OPINION DEL 1 DE NOVIEMBRE DE 2007 AL 6 DE FEBRERO DE 2008

1 de noviembre

DOS INMENSAS LÁGRIMAS DEL TAMAÑO DE LOS OJOS.

Lo mínimo que podían hacer era enterrarlo con corbata. Su hermana que era muda, aunque no sorda, pero si retrasada mental, decía su mamá, recordaba haber visto un objeto semejante al que se estaban refiriendo. En una oportunidad su madre ató con él la gallina que su tío solterón había traído por encargo de la abuela.

2 de noviembre
Murió unos meses antes; hasta aquel momento era la ciudadana más vieja del pueblo, aunque nadie se preocupó por verificarlo. Tal vez hubiera sido una interesante noticia. Tuvo una recaída de repente. Todo comenzó con unas inyecciones que le recetaron. Muy pronto se le amorató toda la nalga y con nada se le quitaba la infección. Terca como siempre, confiaba en que las hojas de guitite calentadas y recubiertas de zepol iban a terminar con aquella dolencia. Lo que no se imaginó es que tenía una leucemia terminal. Fueron contados los días que permaneció en el hospital. Murió ungida con los santos olios y con la conciencia tranquila. Los pecados que le confesó al sacerdote ya en su agonía eran veniales. Las vacenillas de orines que regaba alrededor de la casa y la cerca de su vecina para contrarrestar cualquier intento de brujería de Mina; el aceptar resignada que su esposo no solo era el padre de sus hijos sino también de los hijos de Nora; sus intentos porque en la Alcaldía encontraran culpable a toda costa al hermano de María por el último pleito en el barrio; el haber acusado sin fundamento por el robo de su cartera al dependiente del tramo en el mercado de Cartago cuando andaba de compras, o por el que siempre estuvo preocupada, cuando le dijo a su nuera ante los reclamos por que su cuñado la fisgoneaba por el hueco donde descargaba el agua del baño, que mejores mujeres aquel podía ver en la casa de citas. Así fue ella, velando hasta los últimos días por el bienestar de la familia.

3 de noviembre

Vivían al sur de la ciudad, en el barrio más pobre, como muchos de los barrios al sur de las ciudades. Estaba convencido de que sus padres consideraban que la pobreza era consustancial a su existencia, no veía indicios de que quisieran salir de ella. De lo que siempre vió abundancia fué de hijos. Ocho hombres y siete mujeres. Dos parejas de cada uno muertos. La última sorda, retrasada mental y por ignorancia, muda. Como el mayor de la familia a los pocos años tuvo conciencia de los momentos en que fueron engendrándose sus hermanas y hermanos, cuando en aquellos actos su madre quedaba embarazada. Pronto comenzó a darse cuenta que a la mañana siguiente de que sus padres mantuvieran relaciones sexuales su madre pasaba de un terrible mal humor. Al principio no le encontraba explicación si él vivenciaba el placer enorme que sentían, como se besaban, se acariciaban, hacían traquear la cama, se agitaban ("Que rico, pero es que se cansa uno mucho", les escuchaba decir). Él también se agitaba, pero contenía la respiración antes y en el orgasmo que lograba masturbándose (¿Sucedía lo mismo con sus hermanas y sus hermanos?).

4 de noviembre

Llegó a ser una enfermedad. Las amigas de la casa, vecinas, tías, primas, pasaban imaginaria­mente por sus manos, no solo durante las noches sino en cual­quier momen­to del día. Comenzó a vivenciar esos placeres antes de saber leer y escribir, para lo cual no tuvo la menor dispo­sición ni la menor exigencia de sus padres; pues aunque comen­zó con mucho entusiasmo, debido a que su ingreso a la escuela coinci­dió con la apertura del Liceo, y todo fue un gran albo­roto en el pueblo, pronto se dió cuenta que la única motiva­ción que tenía para ir a clases es que a media mañana le darían un vaso de leche y una tortilla con queso amari­llo, y acercándose la hora del almuerzo, morcilla (sangre de res arreglada) de una manera especial por su tía, que se había logrado colocar como cocinera.

5 de noviembre

-Estás salvada-. Recuerda que le decía su mamá. -Un traba­jo como ese es difícil de conseguir. Mas en estos tiem­pos-. Y en verdad que esos eran tiempos difíciles para ellos.­ Medio sobrevivían con el trabajo de Manuel. Una vez por semana molían en el trapiche, el resto lo dedica­ban a la agricultura. El salario estaba a merced de la voluntad de su padre.


6 de noviembre

“Tengo que independizarme de papá. Ya no se puede. Casi que los ingresos son los mismos y nosotros somos más hermanos. Apenas está dando para sobrevivir. No puedo hacer yo lo que papá hizo con nosotros. Compró la finca, compró este terreno. A cada uno de nosotros nos dió un lote y nos ayudó para cons­truir la casa".

7 de noviembre

Era una casa sencilla, humilde, pero bien terminada. Toda de madera. Sin embargo, guardaba una diferencia con respecto a la mayoría de las casas del barrio. Su madre, por tener que cuidar tanto chiquillo, no le daba el mismo mantenimiento que sus vecinas. Aquellos esfuerzos por curar el piso, con abun­dante canfín y cera, no los vió. La mayoría de las camas pasa­ban sin tender todo el día. Conforme fue creciendo la familia se le fueron haciendo agregados a la vivienda sin ninguna planificación. Los lugares cerrados, sin ventilación, pasaron a ser comunes. El hacinamiento, la suciedad, donde era difícil distinguir entre mantillas obradas, colchones orina­dos o cuitas de gallinas, comenzaron a impregnar de un olor especial a la casa y a quienes vivían en ella. El lo notaba al estar entre sus compañeros de escuela. Y no se equivocaba. Al visi­tar sus casas, antes de llegar a ellas se decía para sus adentros: estos son pobres pero limpios, estos son pobres pero cochinos, estos no son pobres pero cochinos y estos ni son pobres, ni son cochinos. Nunca fallaba. Hay características en los pobres que los distinguen, como hay características en los que no son pobres que también los distinguen. Casi que no se podía hablar de ricos. Eran muy pocos. Claro que era una rique­za heredada, forjada por el sudor de la frente de los antepa­sados, y del sudor de la frente de los que trabajaban para esos antepasados. "Como ha sido y seguirá siendo siem­pre", pensaba.

8 de noviembre

Tuvieron la dicha de que su familia estaba asentada en un lote con un amplio frente a una calle pública, aunque bastante angosto. Para esa época hablar de familia implicaba englobar en el término tres y hasta cuatro generaciones. La calle por esa época estaba lastrea­da. Murió sin poder contem­plarla de asfal­to. Otras familias tuvieron que ir cons­truyendo en los patios, aquellos en los que muchas veces se hizo ilu­siones con el balón de futbol, tratando de emular a las estre­llas del momen­to. De esos "estadios" pronto solo quedó el recuerdo, pues pasaron a ser ocupados por viviendas, comunica­das entre sí por estrechos pasadizos. También eso llevó a que acabaran con los dos palos de naranja, uno de criollas y otro de mala­gueñas, y con el palo de limón ácido.

9 de noviembre

El abandono que hizo de sus estudios escolares, a la altura de la última semana de clases antes de las vaca­ciones de medio año estuvo vincula­da con una comida de naran­jas malagueñas. Nunca lo olvidará. El día anterior, a media tarde, se propusieron hacer un certa­men que ganaría el que mas naranjas se comiera. Fue brutal la cantidad que se comió, superando por cinco al que quedó en segundo lugar. Nunca se imaginó que las consecuencias se presentarían a la hora en que recibía clases con el maestro mas estricto que había tenido, y que entre los principios que les transmitía era el de la importancia de "educar el cuerpo" como el lo llamaba. "Uno debe acostumbrarse a ir al servicio a dar del cuerpo antes de bañarse, pues con el baño se aprovecha uno para limpiarse bien el fondillo, pues por más papel higié­nico (papel periódico, pensando en su caso) que se utilice no es lo mismo que usar agua y jabón; además, es una barbaridad que en cualquier lugar y a cualquier hora alguien tenga que ir al servicio". Por esa razón ninguno de sus alumnos era capaz de pedir permiso para salir durante la lección. Una y otra vez pasaban por su mente aquellas palabras mientras se soste­nía el estómago, cruzaba las piernas, se apretaba las nalgas con las manos, daba saltitos sobre las posaderas, esperando el milagro de que el reloj estuviera adelantado y tocaran pronto recreo. Cuando eso sucedió, apenas le dió tiempo de ponerse de pie y comen­zar con dificultad a cruzar frente a la primera fila de pupi­tres. Cuando iba justo por el límite entre las dos piza­rras, fue como el estruendo de una bomba y tuvo conciencia cuando se vió rodeado de la cagada más grande de su vida.

10 de noviembre

Dando tumbos por diversos trabajos, con su padre, con sus tíos, con su abuelo, terminó de pasar la niñez. Joven emprendió su vida de casado. Un año tenía su hija cuando al finalizar la fiesta de fin de año de la empresa en que laboraba, totalmente embriagado, inexplicablemente se dejó atraer por un deseo inmenso de tomar agua del río, al que cayó de cabeza y en el que lo encontró su padre más tarde, kilómetros abajo, cuando su madre y su esposa guardaban la esperanza de que apareciera con vida. Ahí estaba, con el vestido entero que su hermano consideraba un desperdicio que lo enterraran porque lo quería para su futuro matrimonio y con la corbata que al fin apareció, con la leyenda que pronunciaban para sus adentros quienes se acercaban al ataúd: “apy birday”, que no era más que “happy birthday”, aquel deseo de cumpleaños feliz que doña Ana le deseaba a su marido, don Adrián, el dueño de la mejor lechería donde por un tiempo también trabajó, que llegó a sus manos cuando le dieron un poco de ropa vieja, llamando su atención la corbata que venía ella, sin imaginarse siquiera que lo acompañaría hasta su tumba.



11 de noviembre

Los comentarios de los asistentes al funeral versaban acerca de lo joven de la viuda, de la pobrecita niña ya huérfana, de lo buena que había sido con su marido, de la fidelidad que seguramente le guardaría durante mucho tiempo. Sin embargo, menos de una después, no solo ya se había juntado, sino que incluso en una oportunidad se escapó con el tesorero del grupo de vivienda al que se habían afiliado para conseguir una casita, quien no solo se la llevó sino que todo lo que habían recaudado. De esa aventura le quedaban los muebles con que la envió de regreso el tesorero, convencido de que si llegaba con ellos, el compañero la aceptaría de nuevo, como efectivamente sucedió, pero no por los muebles, sin por la pensión que por muchos años les sirvió para mantener el vicio del alcohol en que habían caído y no para dotar a la huerfanita de padre de lo indispensable para cubrir sus necesidades.

12 de noviembre

Soportó estoicamente aquellas terribles borracheras de su progenitora y compañero. Como soportó las del muchacho que escogió para convivir cuando ni siquiera tenía quince años y había traído su primer hijo al mundo, que en sus primeros meses se encariño con su abuela paterna, pues se lo llevaba a dormir a su lado para evitar que el polvo del cuarto que les prestaron lo fuera a afectar. Era poco con lo que contaban: la plantilla eléctrica que milagrosamente funcionaba después de haber sido utilizada por más de veinte años por Pocho, quien no dejaba escapar oportunidad para recordarles que todavía le estaban debiendo doscientos pesos; el juego de vasos que les regaló tío Jose, siempre atento de que el padrastro no la llegara a molestar, pues inmediatamente ponía la queja en la Alcaldía; la olla, el sartén y los dos platos y cucharas de la abuela Nené, quien siempre estuvo convencida de que esos dos terminarían jalándose torta desde el día en que llegó a la casa y los encontró bañándose juntos; la cama que tía Ceci les heredó, a la que por lo menos una vez por semana se le caía una tabla en el momento menos esperado y cuyo sonier les deformaba diversas partes del cuerpo como consecuencia de los huecos formados porque él tuvo que ir sacando los resortes que parecían deseosos de escapar.
13 de noviembre

Se dedicaba a la confección de barcos como su padrastro, pues era un trabajo en el que no tenía patrón ya que no nació para que lo mandaran. Siempre guardó la esperanza de que una vez viviendo juntos lograría cambiarlo. Guardó esa esperanza hasta los últimos días de su vida, cuando ya no por amor sino por compasión lo seguía visitando los fines de semana; verdadera tortura, pues percibía que estaba podrido ya que transpiraba alcohol por todos los poros. Alguna vez, para que a él no le quedaran dudas de cuanto lo aborrecía, cruzó por su mente la idea de visitarlo un fin de semana utilizando una mascarilla similar a la que le dan Teresa para que evite la fuerte contaminación a que está expuesta como cobradora del peaje.

14 de noviembre

Ni ella misma se lo creía, pero por la ayuda de un empleado del Ministerio de Vivienda que aprovechaba su puesto para ayudarle a conocidos que realmente necesitaban, pudieron contar con un lote en el que construir su casa. Terminó siendo casi vecina de su abuela, cuya familia había acumulado tantas deudas que no pudieron mantener el lote y la casa que les habían heredado.

15 de noviembre

La vecina terminó comprándoselo al banco para construir un garage y la sala fiestas en que derrochaba la pensión que obtuvo luego de ser declarada por un médico amigo, incapaz de seguir laborando por ser maniática depresiva a la edad de treinta y ocho años.

16 de noviembre

Comenzaban a ser distintos aquellos tiempos.

Ya los hijos no se iban a vivir al solar. Comenzaron las invasiones de tierra. Sin luz, sin agua, pero con la firme esperanza de que pronto el Gobierno compraría esos terrenos y los dotaría de los servicios básicos. Uno al lado del otro. Como si hacer el amor consistiera en susurrarle al oído al vecino, como si cocinar se tratara de compartir los olores inmensos que dejaba escapar su olla de carne con los olores inmensos del sartén de fideos lengua de la casa de al lado.
17 de noviembre

Comentar con la vecina amiga los pormenores de aquella noche, como expresión de la más alta confidencia, aunque estaba convencida de que a media mañana ya todas estarían enteradas de lo ocurrido, pues igual actuaba ella cuando atenta escuchaba las penas que le relataba su amiga. Fracasos. Tugurios indescriptibles. Algunos jóvenes talentosos como el que llegó a dominar el arte y la ciencia del ajedrez, aunque su abuela despistada se dejara decir, cuando ganó el primer torneo y lo vió llegar con el trofeo, que eso había sido posible proque su nieto era muy suertero y siempre pegaba las rifas. Cuando aquel joven miraba el trofeo no sabía si agradecérselo a su buena suerte como decía su abuela o al esfuerzo que desplegó durante el campeonato en el Liceo de Paraíso.

18 de noviembre

-¿Abuelita, si mi papá no se hubiera ahogado, usted cree que me hubiera pasado tanta desgracia? ¿Sería mamá una alcohólica? ¿Alguien hubiera pretendido abusar sexualmente de mí, cuando tan solo contaba con seis años? ¿Estaría juntada y con un hijo siendo yo tan joven?¿Tendría mis primeros zapatos hasta los ocho años? ¿Andaría siempre con vestidos viejos, rotos y sucios? ¿Viviría en un precario? ¿Pasaría hambre porque mamá gastaba la plata en guaro? ¿Abuelita?

19 de noviembre

Dos lágrimas inmensas del tamaño de los habían bajado por sus mejillas mientras escuchaba a la nieta, un suspiro fuerte lleno de angustia hizo que se las tragara, con tan mala suerte que la ahogaron.

20 de noviembre

DESESPERANZA.

Han pasado cuatro años. Poco ha cambiado. Entre eso la ubicación de la parada, ya no al costado sur de las ruinas, con el fin de evitar que los peatones estropeen la poca zona verde del nuevo parque de la ciudad y la existencia de servicio directo entre Cartago y Llanos. Unas cuantas casas mejoradas, el polvo asfixiante en verano, el barro pegajoso en invierno. La mamá del Presidente, que se acordó del barrio porque ya venían las próximas elecciones, ante los reclamos por el abandono en que los mantuvieron, se limitó a decir que su hijo prefería darles educación que resolverles el problema de la vivienda. De ahí la nueva escuela. Lo que no me explico es que desecharan ampliar la ya existente.

21 de noviembre

Teresa no piensa igual. Hubiera preferido que su hijo caminara unos cientos de metros más para llegar a la escuela, pero que le hubieran ayudado con la construcción de su casa. Las mismas latas pero con más huecos, el piso de tierra siempre húmedo, el cuarto, la cocina y la sala en una sola pieza, el pozo negro en el patio, nauseabundo en todas las épocas del año. Pero tiene la escuela a la mano, solo debe cruzar la calle.

22 de noviembre

Ahí el tiempo se ha detenido. Le reciben las mismas condiciones que dejó cuando partió. Incluso no se notan los pocos que han muerto, los muchos que han nacido se confunden en la vorágine de gente cobijada en aquel montón de latas. Carmen que casi era una adolescente ha sido sustituida por Isabel, a Isabel la ha reemplazado Tatiana, el lugar de ésta como preferida de la maestra García lo ha tomado Nina, cuyo rincón en la cama pasó a ser ocupado por Adrián, quien ni se enteró cuando en la cuna fue sustituido por José el recién nacido.

23 de noviembre

“Han sido cuatro años de tomadura de pelo”, afirma don Arnoldo. “Lo último que nos han dicho es que hay un desacuerdo entre los del INVU y los del Ministerio, que para mí no tiene explicación pues es el mismo Gobierno. Aunque ya uno no sabe, pues entre ellos mismos se quieren joder. Ahora imagínese lo que nos puede pasar a nosotros, que dependemos de ellos para que esta carajada se arregle. A mí incluso que no me den el bono, pero sí la escritura. Pero hasta para eso hay problemas, pues los de una institución dicen que lo pagado por el terreno lo tienen que recobrar y para eso sus abogados deben hacer las escrituras y ganar honorarios; lo mismo dicen los de la otra, pero para ganarse ellos los honorarios y tienen que volver a medir los lotes para estar bien seguros de que los planos catastrados corresponden a la realidad, entonces mas honorarios, por los que están peleando topógrafos de un político amigo del Gobierno y nosotros esperando, como hemos esperado estos cuatro años”. Por dicha tienen esperanza y se levantan optimistas al siguiente día. Quizás el Presidente tenga la razón y de la nueva escuela salga alguien bien preparado y estudie adecuadamente la situación y pueda poner de acuerdo a las instituciones y tendrán escrituras y planos con sus nombres. “Yo con eso me la juego”. Y surge la satisfacción que se le refleja en el rostro ante la posibilidad de que llegue el momento de estampar su firma en el protocolo del abogado. “Del que sea, y si es del caso en dos protocolos, no importa, pero que esto se resuelva, y si es del caso que me den dos planos, el que pagó a hacer la institución del Gobierno y el que quiere hacer el topógrafo amigo del político cercano al Gobierno. No sé si con eso estoy perdiendo. Quizás tenga razón el Presidente, y de la escuela salga alguien bien preparado y me saque de la duda”.



24 de noviembre

Don Arnoldo vive de una pequeña pensión del régimen de invalidez, vejez y muerte de la Caja. Tan solo hace dos años, para desgracia de los dos, se casó con Emérita, a quien por esa razón le quitaron la suya. Para compensarla adaptaron en la mitad del corredor un espacio para pulpería que alquilan. También se dedica a arreglar sombrillas y paraguas, que les deja muy poco. A cada nada llegan los dos hijos y las tres hijas del primer matrimonio de don Arnoldo y la hija de Emérita, fruto de una aventura furtiva siendo muy joven, de la que salió embarazada, aunque siempre ha estado convencida de que no perdió la virginidad, pues no se dió cuenta lo que es hacer el amor.

25 de noviembre

Esta semana fue el último esfuerzo que hicieron para encontrarle una solución al problema de la vivienda. Se fueron hasta el Ministerio, pero no pasaron de ser atendidos por un funcionario de segunda categoría. Todo estuvo tan desorganizado que terminaron viniéndose pagando su propio pasaje. No estaban dispuestos a seguirle el juego al dirigente que los condujo hasta allá y pretendía que se quedaran durmiendo en los pasillos y las oficinas. En todo caso, Cristina, la nieta, se había quedado sola en la casa. Aunque ya no sabían si era la nieta o la hija. Hasta mamá y papá les decía.

26 de noviembre

Siempre las mismas excusas. Las diferencias entre las instituciones. Pero eso pronto se acabaría. La Ministra estaba tomando el caso en sus propias manos. Aún la recuerdan prometiéndoles viviendas dignas cuando andaba detrás de los votos. “Eso es lo que hace que uno se enfríe con la política”, comentaba don Arnoldo. “Pero que ni se acerquen a pedirme el voto, estoy segura que me quitaron la pensión para dársela a una liberacionista”, se quejaba Emérita, cuando se reunía con ellos para ponerse al día de lo que había pasado en los últimos cuatros años. Siempre llegaba a la misma conclusión: nada. El sueño de todos eran los bonos y las escrituras. Cuatro y hasta cinco veces sacaron las certificaciones del registro público de que no poseían bienes inmuebles, las constancias municipales de estar al día en el pago de los servicios municipales y que no eran contribuyentes del impuesto territorial, las certificaciones del INVU y del IMAS de que nunca habían recibido casa de esas instituciones, la constancia de su matrimonio y la constancia en la Guardia Rural de que su hija menor ya no vivía con ellos porque se había juntado con un tipo bien conocido pues a cada nada armaba escándalos en el barrio. Mejor ni sacaban cuentas de lo que habían gastado en timbres y en tiempo. “¡Lo peor es que a los tres meses se vencen!” Por dicha, hacía tiempo dejaron de acudir a las reuniones que convocaba el zopilote de la vivienda, si no, hubieran perdido más plata por las cuotas semanales: que para fotocopias, que para pasajes, que para viáticos. “Para amueblar la casa que compró de seguro a costa de todos nosotros”, decía don Arnoldo.

27 de noviembre

No se explicaba como aquel zopilote de la vivienda ha logrado mantener su vigencia en todos estos años. Inició con la invasión. A veinte mil pesos el lote y algunos los vendió dos o tres veces. “Si se lo invadieron no es mi culpa, para que lo dejó solo”, y a quien más reclamarle. Era como un pez en el agua en la política. Ahí apareció en la televisión, acompañando a Coto, un precandidato liberacionista, en una conferencia de prensa, en la Sala de Beneméritos de la Patria de la Asamblea Legislativa. Dicen que estos se estremecieron en sus tumbas al sentir la presencia de aquel personaje que tanto ha lucrado a costilla de los mas necesitados de vivienda. Como Coto perdió, a la siguiente semana, le abrió campo en la reunión de vivienda a un tal Gata y a un Amado, del otro partido, el que seguramente va a ganar las próximas elecciones. Y las promesas de siempre: “Ahora sí van a tener el bono y la escritura”, y a quitar las calcomanías verde y blanco y a poner las rojo y azul. Y a echar algo en el sombrero, para las fotocopias, los pasajes y los viáticos. “Los ví con mis propios ojos, se metieron la mano en la bolsa, aparentaron guardar el dinero en el puño cerrado, lo metieron hasta el fondo de la copa del sombrero, pero no echaron nada”. Los dos son verdaderas ratas, que unidos al zopilote de la vivienda han hecho el trío perfecto.

28 de noviembre

Dicen que todavía Gata y Amado no se explican por qué en Llanos los electores no los apoyaron. “Son unos malagradecidos, pero no importa, los vamos a ignorar en el próximo Gobierno”, lo que no se imaginaban es que los ignorados iban a ser ellos, primero por los electores de Llanos y luego por el nuevo Presidente de la República. La Presidencia Ejecutiva del IMAS o del INA y el Ministerio de lo que fuera con lo que habían soñado no les pasó pero ni de lejos. “Ya me lo sospechaba, no en vano me dijo el Presidente Electo que el resultado de las elecciones aquí habían sido un fracaso y ahora nos lo cobran”, le comentaba Gata a Amado. Lo peor es que hasta en minoría quedaron en la Municipalidad, por lo que tampoco podrían hacer de las suyas en ese reducto. “Me ha salido el tiro por la culata”, le decía Oscar a su mujer, pero ella en ese contexto no relacionaba lo de tiros con lo de culos por mas esfuerzo que hacía. Lo único importante es que su marido era un gran dirigente comunal, querido por todos a los que les había conseguido un lote y que en agradecimiento los lunes en la noche le llenaban el sombrero con dinero suficiente para el pan y la leche de la semana, el pago mensual del agua y la luz, y el ahorro en la MUCAP. Era tan importante que una vez salió en televisión, acompañando a Coto, en una sala con montones de fotos, “de gente muy importante”, le decía a sus vecinas.

29 de noviembre

Lo que más le consternó fue la muerte de Blanca. “Fue tanta su tristeza que se ahogó con dos enormes lágrimas que bajaron de sus ojos, se arrastraron lentamente por las mejillas dejando un surco inmenso en cada una y al llegar a sus labios, un suspiro hizo que se incrustaran en su boca, con tan mala suerte que se le fueron por mal camino y terminó asfixiada”. Así se lo relató Emérita, con una voz perdida entre la música de la radio, el capítulo de la novela en la televisión y la conversación que le parecía incoherente entre el pulpero y su clienta. “Lo peor de todo es que sus hijos aún no entienden, y siguen iguales los problemas que condujeron a Blanca a la muerte. Para colmo de males, ahora su nieta, “recuerda usted, la hija del que se le había ahogado a Blanca, de nuevo está embarazada y de otro”. Claro que la recordaba muy bien, delgada pero sin llegar a los extremos, ojos celestes profundos, como el cielo de verano, dos hermosas piernas que tentaban a cualquiera, labios seductores, cintura y caderas en perfecta armonía con su busto, en nada desfigurado “a pesar de haberle dado el pecho a sus dos hijos”, dice Emérita, “no como otras muchachas de ahora, que se inventan cualquier tontera para negarle su leche a los retoños: que me duelen los pezones, que no me sale, que mi leche es muy mala y hasta se inyectan para que se les seque, y después los chiquillos son todos palidejos, flacos, no crecen, se enferman a cada rato porque no tienen buenas defensas y entonces vienen las filas en los EBAIS, quitándole el campo a una que sí necesita del doctor. Vea a Arnoldo, estas son las horas y no ha vuelto del Seguro”. De verdad que todo sigue igual: “Eliminaremos las filas del Seguro para obtener las citas” recuerda que había prometido también el Presidente en plena campaña electoral.

30 de noviembre

“Nosotros los pobres somos tan salados que la planta de tratamiento que construyeron para los de la otra urbanización se nos pega en la cara”. Ahora comprendía, grandes cantidades de espuma, como fantasmas, se deslizaban por las calles, se colaban hasta la cocina por las puertas, de pronto se les encontraba descansando plácidamente en la cama o como adorno fortuito en el centro de la mesa o ante un descuido, pegada a la cara, haciendo llegar hasta los pulmones su fetidez. “Nada podemos hacer” le dijo el inspector municipal a don Arnoldo, “nadie los tiene invadiendo un terreno hacia donde sopla el viento, la planta de tratamiento no se puede cambiar”. “Pero sí se puede poner a funcionar correctamente”, le replicaba don Arnoldo. “Funciona correctamente, lo que pasa es que las familias utilizan para lavar un detergente que hace mucha espuma; además, ustedes ni los impuestos municipales pagan”, y aceleraba el vehículo municipal y lo dejaba tragando grueso.

1 de diciembre

Le interesaba todo cuanto ahí acontecía. Cada sector tenía sus propias características, determinadas por el origen de las familias. En lotes Padres Sanabria I y II existían mejores vínculos comunitarios, la mayoría procedía de la ciudad, antes vivían arrimados o al casarse habían construido una galera en una parte muy estrecha del patio de la casa con la venia del suegro o del papá. No les había quedado otra alternativa, eran por lo general los hijos menores, llegaron a ser jóvenes y adultos cuando sus hermanos o hermanas comenzaron a formar familias y se instalaban en los patios de sus padres, construyendo sencillas pero cómodas casas. Ellos sí pudieron llegar a tener ahí sus casas. A estos no les quedó más alternativa que invadir. Y lo hicieron con rencor y vergüenza. Con vergüenza por que no estaban acostumbrados a eso, eran pioneros, sus tatarabuelos, abuelos y padres les enseñaron a disfrutar de lo que se había obtenido con el fruto del ahorro del trabajo honrado. Pero eran otros tiempos, y a pesar del trabajo honrado no podían ahorrar, por lo tanto no podían comprar un lote y mucho menos construir una casa. Con rencor, porque no faltaban los comentarios despectivos de quienes ignoraban las razones que tuvieron para asentarse ahí, y se mofaban, y trataban de ignorarlos y hasta pretendían crear barreras naturales entre la ciudad y ellos, ampliando la extensión del cementerio o dedicando terrenos a la conservación de la naturaleza, aprovechándose de la lucha sincera por contar con “el pulmón que necesitamos para respirar aire limpio en el futuro, para que muchas de las plantas, aves y animales en peligro de extinción cuenten con una zona que les supla de alimento y refugio, para que nuestros nietos tengan a su alcance una porción de terreno que les permita recrear lo que eran nuestros bosques”, como decía con vehemencia la más luchadora abanderada por conservar la virginidad de un terreno en exceso violado por la acción del hombre y también de la mujer. Se aceró un día a una de sus reuniones, era inconfundible para él, aún tenía la mirada profunda, que sin ser triste transmitía una sensación de remanso, capaz de llamar la atención y atraer, y en ese encuentro de miradas sentirse profundamente enlazados; vestía, como siempre, la enagua exacta al límite superior de la rodilla, insinuando los hermosos muslos, grandes, fuertes, que sostenían aquellas nalgas redondas y duras, escondidas en sus pantalones cortos con que recibía las lecciones de Educación Física. Fueron muchas las veces que rompieron con su norma autoimpuesta de no mirar para demostrarles que no le interesaban esos temas. Tomó otros rumbos, los de la psicología y la lucha ecológica, aunque jamás abrazó las ideas ni militó en los movimientos de izquierda; tenía una influencia segura de su marido, que desde las esferas profundas del poder beneficiaba a los más necesitados; con razón, mediante acciones en campos distintos, se complementaban para afianzarse en el liderazgo que poseían. A él también lo veía sincero.

2 de diciembre

Los lotes Micasa eran un mosaico. Se encontraba desde el desarraigado de la ciudad por problemas de drogadicción, hasta la familia humilde que no podía seguir viviendo durante ocho meses de la recolecta de café que tan solo duraba tres meses. Desde el nostálgico profesor de inglés con aires de filósofo y poeta, hasta el salvadoreño aterrado por la brutalidad de los militares, quienes se tomaron la ley por sus manos y asesinaron a toda su familia, por la sospecha infundada de que una familia con tantos muchachos y muchachas en edad adolescente serían fácil presa de los comunistas, cuando ellos lo único que sabían de los comunistas es que eran por los que no debían votar, y para no equivocarse votaban siempre poniendo la equis en la bandera verde con el pescado, “porque el pescado es el símbolo de los cristianos, y por lo tanto no hay como perderse. El candidato era Napoleón, que siendo Alcalde de San Salvador, demostró una gran preocupación por mejorar la condición de vida de las familias más pobres y ya los terratenientes, los oligarcas cafetaleros y los del ejército le habían robado unas elecciones”.

3 de diciembre

En los lotes El Castillo se asentaron los más desheredados, a pesar de ser la cara de presentación ante los viajeros, pues ocuparon los terrenos que limitaban con la carretera principal. No contaban ni con aceras, ni con cordón y caño, ni con agua potable, ni con red de aguas negras, ni con servicio eléctrico, ni con la esperanza de que su situación cambiara. “Somos los más pobres entre los pobres”, porque su pobreza no la mitigaban los templos de las diversas sectas que comenzaron a proliferar, no la mitigaban las pulperías que aparecían y desaparecían como por arte de magia, no la mitigaban las ventas de ropa americana, también de acceso prohibido para ellos, a no ser que les dieran fiado con la seguridad de que nunca llegarían a pagar, pues de hacerlo se quedaban sin comer.




4 de diciembre

Ahí convivían. Tan presentes y tan ausentes unos y otros, que al abordar el bus la vecina más cercana les parecía una desconocida.

5 de diciembre

Las calles eran estrechas, los lotes con las dimensiones mínimas. Las pocas aceras existentes permitían el paso de solo una persona a la vez, por eso quizás se acostumbraron a no utilizarlas. Le gustaba recorrer los barrios y perder la cuenta de las casas que conformaban cada cuadra. Intercambiar miradas con los inocentes niños, metidos de lleno en sus juegos infantiles y recordar su infancia y los trompos, los chumicos, la rayuela y el quedó escondido, que aprovechaba para robarle caricias a la chiquilla que nos gustaba y de vez en cuando un beso furtivo que recordará para siempre.

6 de diciembre

“Esto va a cambiar, ya verá usted”, le decía don Arnoldo, mientras saltaba de piedra en piedra para no llenarse de barro y le conducía al futuro tanque del agua potable, enorme construcción de lata, trasladada e instalada con grandes dificultades por los vecinos, pero muy deteriorada pues no contaban con la suficiente cantidad de agua para ponerlo a operar; cuyos lados servían ya de pared a algunas familias que no tuvieron más remedio que ubicarse ahí. “Esto es de no acabar, solo falta que alguien se instale en el interior del tanque”. Seguían el recorrido, por la realidad que se cruzaba con los sueños de don Arnoldo: “Esta familia debe ser trasladada porque está en el área de parque; en aquel otro terreno estará la Iglesia y a la par el CEN-CINAI, que colindará con la plaza de fútbol. Lo vamos a hacer. Pero primero nuestras escrituras y los planos”. Y fruncía el ceño y una expresión de cólera invadía todo su rostro, sus puños se cerraban y se veía como la sangre le corría más rápido por las venas exaltadas, haciendo que sus cabellos lucieran ahora mucho más blancos, truncando lo vivaz de sus sueños reflejado en los ojos, por una tristeza profunda que lo volvía a la realidad. Cuando eso sucedía de inmediato se regresaban y un silencio profundo se apoderaba de los dos.



7 de diciembre

Solo contemplaba casas de muchos colores y formas. Las de zinc por todos los costados. La de puerta diminuta y ventanas inmensas. La de dos pisos, cuyas escaleras bloqueaban el paso por la acera. La que trajeron de muy lejos y con paciencia franciscana armaron, tabla por tabla. La escondida en el fondo del patio, pues la ministra así se los aconsejó, para que no estorbara la construcción de la casa nueva. La casa modelo, que Oscar promovía para toda la comunidad, que no pasó de las columnas y unas cuantas baldosas, mientras la familia beneficiaria se hacinaba en un cuarto incómodo. La de la Coca Cola, construida con todos los rótulos recogidos a lo largo de la carretera que anunciaban las fiestas patronales, que se adaptaba espléndidamente a aquella familia, cuyo único motivo de existencia era organizar actividades conmemorativas de cualquier cosa: el aniversario de bodas, los cumpleaños, la reconciliación después de la última fiesta porque a Ana no se le escapó la apretada que se dio su querido con la vecina y hasta los nueve días por la salvación del alma de doña Rosa, que no tuvo tiempo de conocer siquiera el barrio en que su hijo vivía, después de tanto esfuerzo por llegar a ser maestro. “Tome Coca Cola pero ligada”, le agregó Ana a uno de los rótulos que estratégicamente puso como pared de la sala.

8 de diciembre

No se cansaba de mirar, pero guardaba un respetuoso silencio caminando al lado de don Arnoldo. No será hasta el otro día que la cólera se le pase. Y es que no dejaba de tener razón. Todas las aspiraciones se mantenían como aprisionadas, y la voluntad y las buenas intenciones no eran suficientes para liberarlas y traer así el progreso y el desarrollo, sin necesidad de los consejos de la Municipalidad, los planes ambiciosos de los funcionarios del IMAS, la rigurosidad para hacer las cosas que les planteaba la funcionaria de DINADECO, más para asegurarse su puesto en el Gobierno que para ayudar realmente. Era entonces un círculo vicioso, la futura realidad que les enseñaban los empleados públicos y que no se concretaba y los problemas cotidianos, presentes un día y otro, hasta que algunos llegaban a perder la paciencia. Entonces Don Arnoldo no hablaba, no comía, iba a orinar para no tener que levantarse en algún momento de la noche, se acostaba, ese día no rezaba y le daba la espalda a su esposa, quien lo comprendía, y se preparaba para alistarle el desayuno, el más frugal de todos: un jarro de café y una piña de pan sin nada. Así habían sido los últimos cuatro años. “Por culpa de este Gobierno que nos olvidó, por dicha ya se termina”.

9 de diciembre

Finalizaba otro día. Le daba la impresión de que el tiempo estaba detenido. No alcanzaba a comprender plenamente. El barrio, las horas, los niños, las casas, las calles, la gente. Solo mirar y recorrerlo, reflexionar, escuchar las quejas, hacer suya la impotencia de los auténticos dirigentes y adentrarse en cavilaciones que se perdían en la inmensidad de la noche a través del orificio de la lata de zinc de su cuarto. Las horas interminables al principio de la noche volaban al amanecer, cuando le pedía a Dios que se detuvieran. “¿Para qué otro día? ¿Para tener los mismos problemas? ¿Para que estén ausentes las mismas soluciones? ¿Para desgastarme en pensamientos ingenuos acerca de cosas que no llegarán a ser?”. Ahí estaba.


10 de diciembre

DESCONCERTADA.

No sé que hacer. Después de los años es increíble. Las miro, y recuerdo que fueron vírgenes hasta que sus manos y su boca las recorrieron, despertando sentimientos que aún en las noches de angustia hacen que se escondan en el subconciente para abrir paso a momentos inolvidables de placer que se repiten con toda frecuencia.

11 de diciembre

El momento apropiado fue sin duda cuando en aquel encuentro, a pocos meses de la boda y a pesar de lo inesperado, no despertó en mí los sentimientos de atracción que el solo mencionarlo hacía que brotaran al instante.

12 de diciembre

Dejar pasarlo todo, boda, luna de miel, familia, fue un error. Para que engañarse si lo que aparentábamos se deshacía en los comentarios permanentes de nuestros vecinos y amigos. Aquellos esfuerzos de nuestra vida diaria se rompían de inmediato con las más sencillas acciones que me llevaban a buscar en los brazos de otro los sentimientos de amor que yo conscientemente le negaba, pues dejé de quererlo, a pesar de los besos, las caricias, los gemidos y los estremecimientos sinceros que deparaban los orgasmos.

13 de diciembre

Miro, arrepentida, rodeada de la tristeza funesta que dejan los sentimientos que viven siempre en la mente pero que no se comparten, haciendo un mundo paralelo, más real que el externo, pero obligado a esconderse para que no cambie la aparente felicidad que transmiten las facciones de la cara a pesar del dolor insoportable escondido bajo aquel rostro, que solo se refleja y multiplica en la inmensa soledad ante el espejo, como me lo encontré en Borges.

14 de diciembre

Aún no comprendo. El tiempo ha pasado irremediablemente, ¿Por qué no terminé pronto con ese engaño? De que valen mis esfuerzos por lucir un jeans treinta y ocho, si es solo una sensación de ahogo la que me embarga. Pero puede más mi vanidad. Que terrible. Y mantuve mi firme propósito, y sufr y le hice sufri y les hago sufrir. ¿Será que ahora se puede vivir de apariencias? Pero al ser estas falsas, ¿Dónde y como estoy viviendo? Ya es insoportable, pero debo mantenerlo. ¿Que dirán? Seguro que mucho. Pensaré que sin coherencia y con contradicciones irremediables. Entonces estaré tranquila, y reiré, para esconder la tristeza inmensa por no saber que hacer.

15 de diciembre

Ahí está. No comprende aún por que le dejó. Hasta hace poco la sentía estremecerse en sus brazos, como cuando dejaron de ser vírgenes al ser recorridas por sus manos temblorosas y amamantaban sus deseos de tenerla.

16 de diciembre

“¿Y usted de donde llegó, no tiene familia?”.





17 de diciembre

¡A LA SALUD DE LOS DIFUNTOS!

Fasten seat...

Con la mirada fija en el aviso esperé el despegue. Apenas se apagó recliné el asiento e inmediatamente me dormí.

18 de diciembre

Fue una de esas dormidas de resaca, que hacen renegar de la bebida.

19 de diciembre

Apenas tuve el tiempo necesario para recorrer los lugares a donde llevan a los turistas. De ahora en adelante en las conversaciones podré valorar la veracidad de las descripciones que hacen, aunque a nadie le había escuchado nunca comentar la exageración de venta de comida en la calle en esos lugares comunes, a tal grado que me espantaron el apetito y me confirmaron por que el cólera se propagó tan fácilmente.



20 de diciembre

Me extrañan ahora los pocos comentarios acerca de la vida en el “metro”, ese lugar de convergencia de las gentes de la economía informal, las empleadas domésticas, los obreros, el imitador de Javier Solís o el hábil manejador del acordeón.

21 de diciembre

Ahí la encontré. Recuerdo su gesto de sorpresa cuando intercedí en la conversación y le ayudé a convencer a su compañera para que participara de su fiesta y no en la de su familia.

22 de diciembre

Sorpresa de que hablara tan bien el español cuando daba la impresión de ser un gringo más.

23 de diciembre

La misma sorpresa que se llevó el dirigente estudiantil que al verme ingresar a la primera fila de la gradería donde se presentaban diversos grupos de música protesta, dirigiéndome la mirada arremetió contra los representantes explotadores del imperio del norte y tuvo que quedarse callado cuando en un arrebato de cólera expuse mis luchas por la justicia social pero también por la libertad y la solidaridad, con unas expresiones que no dejaban duda acerca de mi latinoamericanidad.

24 de diciembre

Habían contratado un conjunto musical; desde hacía poco menos de un año comenzaron a criar un cerdo y media docena de gallinas, en ambas casas se reunirían las familias del barrio, pues ya se habían convertido en las casas en que mejores fiestas se celebraban.

25 de diciembre

La Tecate y el Tequila aparecieron como por arte de magia y en el momento en que disminuían las existencias en grandes cantidades colocaban sobre la mesa.

26 de diciembre

En las dos hubo abundante comida, parejas que se destacaron por sus dotes para el baile, conatos de pleito, vómitos en los rincones.

27 de diciembre

La única diferencia entre una fiesta y otra es que en aquella estaba yo (un poco tímido al principio, timidez que fue borrando cada trago de tequila) y que en aquella, doña Bertilia se sintiera orgullosa de que su hija Sandra pasara toda la noche acompañada de un extranjero, quien más que los otros saltaba al son de las canciones con motivo del día de los difuntos.

28 de diciembre

-Vivan los muertos que hacen posible tan hermosa fiesta, vivan los que dejarán de existir para que nuestra tradición se mantenga.

Un golpe en el hombro me despertó. Tenía que poner el respaldar del asiento en posición vertical.

Fasten seat belt.

Mexicana anunció la llegada de su vuelo.

29 de diciembre

Revisando un periódico en la pulpería que me encontré en el corredor de la casa de don Arnoldo estaba el siguiente anuncio: “La colonia mexicana en Costa Rica invita a la fiesta con motivo del Día de los Difuntos...”.

30 de diciembre

Me interrogó por primera vez don Arnoldo. Y solo pensaba que dió un cambio paulatino, inexplicable, pues hasta el último momento parecía disfrutar los placeres inmensos del orgasmo. Y hasta se esforzaba por meter en los jeans treinta y ocho los cuarenta y dos que había alcanzado su cintura, sin pensar seguro que cuando estábamos en la cama y mis manos recorrían su cuerpo se topaban con los nuevos depósitos de grasa que la hacían más voluptuosa, pero aún así la amaba.

31 de diciembre

FUEGO.

Vaga lentamente mi mirada entre las sombras de la noche. Observo cuidadosamente la luciérnaga con su verde luz acercarse hasta mí. Vuela libre, contemplando llena de placer la hermosa luna que ilumina su camino.

1 de enero

La brisa fresca acaricia mi cuerpo cuidadosamente, temiendo un enojo que acabe con sus amores.

2 de enero

-Se la tragó la noche.

Susurré al verla desaparecer.

-Se la llevaron los malos espíritus.

3 de enero

Una voz ronca rompió el silencio reinante después de mis palabras.

-Se la tragó la noche.

4 de enero

Insistí. Una y otra vez en todas las direcciones la quise hallar.

5 de enero

-Sirve de candil a satanás en los infiernos.

Sus palabras parecían brotar del fuego en cuyo seno tenía clavadas sus pupilas.

6 de enero

-¡Es aquella!

Grité mientras una débil luz parecía extinguirse entre la copa de un árbol.

7 de enero

-Fue víctima de los malos espíritus.

Me volví hacia él desconcertado. “No la ha visto siquiera”, me dije. Aún contemplaba el fuego. Sudaba.

8 de enero

-Es ella. Mírala, viene a nosotros.

-No, noo... Esa puta le sirve de candil a satanás en los infiernos.
9 de enero

Ante el silencio, de nuevo volvió a su tema. Y con una rabia complaciente comenzó a hablar de sus planes para sacarle en cara al presidente el abandono en que los tuvo estos cuatro años. “Sí, iré al Estadio Nacional, y cuando desfile con sus ministros hacia la tarima para el traspaso del poder le gritaré con toda la fuerza que me den mis pulmones que fue un embustero, que en Llanos nunca lo vamos a olvidar por mentiroso”. Y soñaba con que a lo mejor algún periodista lo escucharía, y al entrevistarlo le explicará todo, y saldrá en los periódicos, y el nuevo Presidente declarará que el tema de los bonos y las escrituras para Llanos será prioritario, y que el nuevo ministro a más tardar en una semana estará con ellos. Solo necesitaba un lugar estratégico donde ubicarse, pero ya lo había resuelto, el dirigente de su partido se comprometió a conseguirle una entrada para el estadio en el sector oeste, sol preferencial, donde el Presidente le quedaría a boca de jarro. “Usted fue un embustero, en Llanos nunca lo vamos a olvidar por mentiroso”. Se las pasaba ensayando. Y llegó el día. Y les gritó con toda la fuerza que le permitieron sus pulmones, “ustedes son unos embusteros, en Llanos nunca los vamos a olvidar por mentirosos”, al verlos pasar por la pantalla de su televisor, pues para él no hubo entradas, éstas se las dejaron los encopetados amigos del nuevo gobierno.

10 de enero

En un instante, a don Arnoldo se le fijó en su mente el momento preciso en que su primera esposa, Gina, abrió la ventana de su cuarto, la tomó en brazos para que saliera y la condujo por el cafetal, cubiertos por la noche, hacia el futuro incierto que deparan siempre los actos de la vida.

11 de enero

MEDITANDO EN LOS ACTOS DE LA VIDA.

Por lo que recuerdo avanzaba meditando en cosas vanas, nada concreto, recordando asimismo que ya le había pasado: avanzar meditando en cosas vanas.

12 de enero

Muchas de esas cosas vanas tenían un mundo de complejidades que él no comprendía ni se esmeraba por entender. Así era, independiente, movilizándose por el limbo de la incertidumbre. La calle, ahí estaba. Ella y él. Se sentía enamorado. Era lo normal. Tenían mucho de convivir: algunas veces la sentía fría, otras inmensamente caliente. Podía utilizarla para paliar el calor pues tenía partes frías, o cuando estaba frío, podía encontrarle algunas secciones calientes. En fin, ella era así, presente siempre, dispuesta a acogerle.

13 de enero

En esos momentos valoraba su significado. Se conmovía y una tristeza inmensa le embargaba. ¿Por qué? Y dejaba de pensar.

14 de enero

Es imposible seguir planteando estas cosas aquí. Me imagino que golpean la mente, dispuestas a encontrar en lo profundo del pensamiento una explicación. ¿Cuál será? Se preguntan inquietas, no más avanzan y no las miro.


15 de enero

Eso era todo por aquel día y por siempre. Sí. Que extraño. Una cotidianidad. Sufrimiento. Alegría en el rostro para esconder la más grande tristeza. Llorar. Lo hacía permanentemente y nadie se daba cuenta. Buen actor. Ese. La sonrisa a flor de labios. Los labios rotos por dentro. Los dientes los apretaban hasta hacerlos sangrar. Dolor. Pero una sonrisa y tranquilidad en su rostro cuando lo miraban. Difícil. Todo. Inexplicable.

16 de enero

Falsedad. Realidad. Dos caras de una misma moneda. Llorar en soledad. Reir en la muchedumbre. Que disposición. Así era. Cada día más complicado. Pero manteniendo los límites increíblemente. Tenía una gran capacidad de maniobra. Buscaba alternativas. Nada. Como un muro inmenso. Difícil. Caminemos juntos. Pero a veces sentía que estaba retrocediendo. No comprendía.

17 de enero

Ahí se quedaron. Pobres. Ni para atrás ni para adelante. Dejando pasar el tiempo. Este era inexorable. Jamás podrían ignorarlo. Lo castigaría con todo el rigor de su momento.

18 de enero

Diálogo. Con palabras expresivas pero sin brotar de los labios. Historias interminables. Soluciones muy prácticas que pronto se volvían efímeras, irrealizables. Comprendía que tan solo era un juego para hacerlo pasar bien por instantes, pero la realidad le hacía sufrir mucho más. Reclamos. Pasado. Hechos que explican el presente desgarrador.
Otras conversaciones. Le llegaban del mundo exterior. Era su mundo. Su mundo interior. Límites imprecisos. Realidad. Irrealidad. Difícil. Complejo. Inexpugnable. Consideraciones para cada quien. Un común denominador en la percepción que tenían de él. Totalmente equivocada. ¿Qué pasará cuando surja la verdad?

19 de enero

En esos momentos valoraba su significado. Se conmovía y una tristeza inmensa le embargaba. ¿Por qué? Y dejaba de pensar. Se sentía bien en esos instantes. ¿Cómo se sentiría si dejara de existir? Ya no existía. Momentos, circunstancias, espacio, tiempo, totalmente desarraigados. Recuerda. Vive. Supera el pesimismo. Para caer víctima de una tremenda nostalgia. Le sonríe. Se ha apoderado de él. Conversa. Explica, explica, explica. No comprende. Lo sabe todo. Querrá regresar. Se juntan.

20 de enero

Ha estado con ella. Es una desconocida. No la comprende. No lo comprende. Le pide ubicarse pero se da cuenta de que no hay forma. Maravilloso. Esa era la solución. Recuerda bien cuando la formuló. Le tomó días, que al sumarse eran semanas para pasar luego a los meses y a los años. Imposible. Tan práctico. Que sencillo. Eso lo explicaba todo. Necesitaba alfo más complejo. Como él y su realidad. ¿Cuál realidad? Si le preguntaban no sabía que decir. En su pensamiento era tan solo la suma de a con b. Pronto se dio cuenta que a a la componían x, y y h. Cuan compleja era la composición de h. Por ahí andaban alfa y beta. ¿En h? Sí. Pero todo muy sencillo. Como su porte. Señorial. En otras circunstancias. Nunca las encontraba. Se le rehusaban. Oh circunstancias.

21 de enero

Ellas son las que determinan la existencia. Y a ellas las determinan las decisiones. Bajar. Subir. Cruzar. A la derecha. A la izquierda. Estando en la izquierda hacia el centro. Hacer, no hacer. No hacer hacer. Punto. Es todo. Y caer en un letargo. Entonces, también decidir caer en un letargo. Tranquilidad. Jamás. Imposible. Bien difícil. Mejor aún, muy difícil. Esperar. La solución que no es solución. Interesante. Y comienza a escudriñar en ello. Y se adentra por pasillos tenebrosos, alegres, tristes. De luces oscuras, también fosforescentes. De luces que son luces sin ser luces. Alumbran. No alumbran. Se deja guiar por ellas, todas iguales, las que son y las que no son. Mira. No mira. Oscuridad. Lucidez. Egoísmo y solidaridad.

22 de enero

Espantado por lo hermoso, prefiere lo que anhela por lo feo. Contradicción. Tesis. Antítesis. Síntesis. Teorías. Tan solo la realidad, la verdad verdadera. Para él en ese momento. Luego no lo cree. La mentira. Verdad. Mentira. Pura relatividad. Quizás circunstancias. No circunferencias. Círculos. Meta. Salida. Salida. Meta. Lo mismo. No. Puede ser diferente el ambiente en alguna parte de la circunferencia. O el estado de ánimo. Siempre somos diferentes. Como el río. Agua cristalina. Agua sucia. Nada de agua. Pasado. Presente. Futuro. En esos momentos despierta su interés, escudriña, descubre, pocas cosas, la mayoría se mantienen ocultas. ¿Cómo encontrarlas? Ahí está la fórmula. ¿Para qué? Y entonces no lo intenta. Se queda quieto con lo poco. Interesante. Razona. Parece un juego pero es la realidad. Se le viene encima. Casi lo ahoga. Sale. Solo apariencia. Está hundido. Respira. Señal de vida. Complejo vivir así. Lo abruma. Siente que es difícil. No puede escapar. Pero está vivo.

23 de enero

El estar vivo le permite contar, relatar, explicar, callar. Calla más cosas de las que da a conocer. Esas otras son una carga inmensa que a veces le apretan el corazón, a veces el cerebro, hasta arrastrarlo a la desesperación. Difícil. Lo comprende. Entonces las acurruca, las arrulla, se duermen, toman energía y explotan. Sufre. En esos momentos es peor el sufrimiento. Es como sangrar ideas. Pobre. Sollozos. Y repentinamente se alegra. No puede desfallecer. Se inventa oportunidades. Como lo ha hecho toda la vida. Y ha sobrevivido. ¿Hasta cuándo? Siendo pesimista se contesta a si mismo que hasta ayer. Y hasta ayer son muchos días, semanas, meses y años. Esa es la verdad.

24 de enero

Pasó y se encuentra más complicado. Mira por ahí. No sabe donde mira, porque ese ahí significa muchos lugares: pequeños, pequeñísimos o inmensos. Si, sí. Estos también tienen diversos tamaños. También significados. Todo significa aunque no sirva para nada. O al menos para mí, para él. Ella. Rostros, torsos, manos, piernas. Es lo mismo. Es la misma. Él o ella. Elella. ¿Cuántos y cuántas son así? ¿Qué es primero? Ellael o elella. Por sobre todo persona. No importa. Sufre. No sufre. Ríe, no ríe. Disfruta, no disfruta. Sigue viviendo.

25 de enero

Se imagina un largo recorrido. Metros. Muchos metros. Pocos. Metros de kilómetros. Metros de metros. Metros de milímetros. Escoge. La de boca pequeña, cabello largo. La de cabello corto, boca grande. La misma. Cada quien la ve diferente. La quieren igual. Para lo mismo. Compañía. Es tan silenciosa. Mejor estar sin ella.

26 de enero

Primer obstáculo. El camino cerrado. ¿Termina o comienza? De aquí para allá termina. De allá para acá comienza. Quieto. Ni para allá ni para acá. Solo un obstáculo. No lo es. Pasa y no pasa. Otras veces, de aquí para allá comienza. De allá para acá termina. Es como un juego. Rin, ran. Ran, rin. Igual. Igual.

27 de enero

Acude presuroso a mirar. Es inmensa la soledad. Se pierde en ella. Le gusta. No sabe si la está recorriendo o solo la sueña con sus ojos cerrados. Con los ojos cerrados mira más que con los ojos abiertos. Además mira lo que prefiere. Escoge.

28 de enero

Ten cuidado. Siempre se lo dijo. Lo repite constantemente. Cuando se daba no lo había tenido. Estaba complicado. No sabía como salir para entrar a la tranquilidad. La añoraba. Que hermoso tenerla. Le hacía pasar muy bien. Cambiaba toda su vida. Pero ella misma lo llevaba a complicarse de nuevo. Lloraba por dejar atrás la felicidad. No encontraba razones. Pero las razones eran evidentes. Torpe. Se recriminaba. Era un fastidio. Él mismo lo pensaba y lo decía a él mismo.

29 de enero

Injusto. Y otras cosas necesarias e importantes no las hacía. No encontraba como. Lo sabía muy bien. Lo entendía. No lo aplicaba. Interesante. Incluso quizás era más fácil. Pero las circunstancias eran otras, por esa razón se recriminaba ¿Era o no él? Estaba convencido de que sí y de que no. Desempeñaba todos los papeles. Todos eran él. Él. Para él. En él. ¿Él? Y Estaba convencido de que no existía.
30 de enero

La existencia debe ser la posbilidad de estarse realizando. Su existencia tenía que ver con la imposibilidad de sentirse feliz. La tristeza y la desesperación campeaban por todo su ser. Para él eso significaba no ser. Era como estar aquí y no estar aquí. Muy difícil. Se miraba; sí existía. Se pensaba y no es lo que deseaba. Deseaba lo mínimo. Tranquilidad. Imposible. Inalcanzable. Se desesperaba. Nadie lo notaba. Como un remanso aparentaba que transcurría su vida. Nada de sobresaltos. Ni lágrimas. Ni tristeza. Sin embargo todo eso lo tenía casi a flor de piel. Interesante. Verlo dialogar, dar consejos, opiniones muy bien elaboradas, profundas, complejas, interesantes: la verdadera santísima trinidad es un buen vino tinto, un buen queso y una buena mujer. En muy raras oportunidades. Estimado. Apreciado. Altamente valorado. Le tenían un gran respeto. Ejemplo a imitar. Apariencia. Realidad para sus congéneres. No sabían la verdad.

31 de enero

Era un juego muy extraño. Doble vida. Casi imposible. Era una sola. La aparente. La real. La verdadera. La no verdadera. Las dos eran verdaderas. ¿Cuál se impondría? Y dejaba de pensar, o pensaba en todo para no pensar. Pensaba en lo no pensado. Pensamiento sobre pensamiento y sobre no pensamiento. Ambos le distraían. Ocupaban su tiempo. Siempre estaba ocupado.

1 de febrero

Por estar siempre ocupado su vida transcurría tempestuosa. Le faltaba tiempo para lo que anhelaba. Al final. Le sobraba. Entonces se quedaba quieto. Luego avanzaba. Miraba. Adelante. Atrás. Ahora. Se sentía entonces víctima del destino. Quería ser él. Se le dificultaba. Que hermoso es estar tranquilo. Tranquilo. Pero el tiempo era implacable. Hermoso. Se lo decían. Creía. No creía. Pavonearse. Relativo. Por lo que sufría se miraba horrible. Tenía esa capacidad de mirarse. Su pelo, sus ojos, su nariz, sus orejas, su boca, sus labios, su torso, sus manos, su pene, sus pies, sus nalgas, sus vellos, sus rodillas, sus dedos, sus tobillos, sus codos, sus uñas. Corto. Largo. Erecto. Él. Otras veces no. Víctima. De sí mismo. De otro. De las circunstancias. De nada. De todo.

2 de febrero

Corre. Estando quieto en su silla. Duerme en su cama. Sus ideas están en otros lugares y en otras circunstancias. Ha logrado construir laberintos por los que discurre sin moverse. Camina. Nada. Trota. Piensa. Se cansa. Por más distancia recorrida con solo el pensamiento vuelve al lugar de origen. Reposa. Un solo instante. Comienza de nuevo a sufrir. Sufrir ya es permanente. Ríe. Disfruta. También lo logra. Lo expresa. Lo externa. Lo lanza a su entorno. Confunde. Se confunde. No lo comprenden. Es complejo. Vital para su existencia. Sin ello no sería su vida. Quiere su vida. A veces piensa en abandonarla, que la tomen otros, ellos quizás si la harán feliz. Pero también es feliz.

3 de febrero

Aspira a mantenerlo así. Por siempre. Y da un salto a un futuro lejano. Reflexiona. Aún está aquí. Quieto. Tranquilo. Inerte. Un leve respiro afirma su existencia. Comienza a analizar las contradicciones. Increíble. Todo en él. Aún sobrevive. Se siente muerto. Aspira. A estar vivo y a estar muerto. Muchos muertos viven. Muchos vivos están muertos. Aporta. Confusión. No sabe que hacer. Medita. No medita. Se toma una mano. La suelta. La mira. No la mira. Escucha. No escucha. Arma profundas reflexiones filosóficas. Las abandona. Las busca de nuevo. Las guarda. Espera recordarlas. Una clave más para llegar a ellas. Son tantas. No las usa. Pero las tiene ahí. Sabe cuántas son esas claves. Una, dos, tres, cuatro, cinco, cinco más uno, cinco más uno más uno, cinco más uno más uno más uno, cinco más uno más uno más uno más uno. Mejor no sigue contando. Son muchas más. Más uno.

4 de febrero

Llora. Ríe. Alegre. Triste. Pausado. Acelerado. Débil. Fuerte. Ahí se va distribuyendo. Pequeños compartimentos. Entra. Sale. Sale. Entra. Principio. Fin. Fin. Principio. Frío. Calor. Suda. Es como hielo. Arden sus entrañas. Está congelada su piel.

5 de febrero

Es responsable de todo cuanto pasa. Lo acepta. No lo niega. Es su creación. Jamás permitirá que lo despojen de ello. ¿Desea que lo hagan? Se confunde. Sí. No. Pero es su creación. Por ello existe. Existe porque lo creó así. Una criatura jamás se abandona. Ésta no tiene forma. Solo hechos. Actos. Ideas convertidas en actos. Actos que son hechos. Hechos que lo agobian. Existencia. Existencia que lo agobia. Y surge la esperanza. Todo lo va a cambiar. Tranquilidad. Se duerme sobresaltado. Ve una posibilidad.

6 de febrero

Y don Arnoldo se siente confundido, y recuerda el momento preciso en que su primera esposa Gina abrió la ventana de su cuarto, la tomó en brazos para que saliera y la condujo por el cafetal, caminando cubiertos por la noche, hacia el futuro incierto que deparan siempre los actos de la vida. Y se le repite en su mente una y otra vez ese recuerdo.

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