Que Costa Rica se estuviera jugando un partido crucial en sus aspiraciones de asistir a un mundial, debiera ser el título para uno de los encuentros de la hexagonal, que en la CONCACAF da tres boletos directos a Brasil y el cuarto a jugarse la oportunidad en un repechaje. Sin embargo, ha decaído tanto nuestro fútbol, que el título hay que ponerlo en una ronda previa clasificatoria. De seguir así las cosas, la fiesta brasileña, ya sea con samba, forro, bossa o lambada, será para otros.
El país está a la expectativa, cuando se eche a rodar el balón a partir de las 7 30 p.m. de hoy, tendremos en todos los rincones del país un ejemplo de lo que es capaz de hacer un juego en cuanto a captación del interés del público.
Se habrán confirmado los vaticinios de los miles de costarricenses que durante estas semanas han apostado por el once que consideran el titular según su idea de juego, o para ellos, Pinto se equivocó al poner en el rectángulo a algunos que debían estar en la banca.
¿Partido crucial? Sí, para esta generación de futbolistas, unos que tienen la última oportunidad de mostrarse en un mundial; los otros, la mayoría, para demostrar que son verdaderamente la generación de relevo capaz de ponernos en el sitial que, por las cualidades técnicas del biotipo costarricense, está llamado a ocupar en centro, norteamérica y el caribe en el mundo del fútbol.
Estamos a pocas horas de que en la cancha del Cuscatlán se marque el futuro del fútbol de Costa Rica. En honor a la verdad, ¡Aún guardamos esperanzas, aún somos optimistas!
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